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Reportaje:

Espía espacial de urbanizaciones

Una empresa de Málaga detecta por satélite todo cambio en el territorio

Fernando J. Pérez

El último vigilante del maltratado urbanismo español da vueltas a 600 kilómetros de la Tierra. Se trata del satélite Quickbird, el de mayor resolución del mercado, cuyas imágenes, una vez procesadas, sirven a la empresa malagueña Decasat -acrónimo de Detección de Cambios por Satélite- para localizar la más leve modificación en el territorio y determinar si se ajusta o no a la legalidad. Numerosos ayuntamientos andaluces como Málaga, Benalmádena, Rincón de la Victoria (Málaga) o El Puerto de Santa María (Cádiz), entre otros, han contratado los servicios de esta joven compañía, ubicada en el Parque Tecnológico de Málaga.

Decasat ha desarrollado un conjunto de programas informáticos que, mediante la comparación de dos imágenes de una misma zona proporcionadas por el Quickbird, permite identificar la naturaleza de los cambios urbanísticos -construcciones, parcelaciones, derribos...- y luego incorporarlas a un sistema de información geográfica. "Estos datos los cruzamos después con el catastro y las bases de datos de licencias y permisos municipales y podemos hacer un informe depurado de aquellas modificaciones urbanísticas susceptibles de ser inspeccionadas", asegura el economista de 32 años Ramón Muñoz, director general de Decasat.

La empresa afirma que la enorme resolución de las imágenes no amenaza la intimidad

La sanción de las irregularidades urbanísticas es sólo una de las muchas aplicaciones de la teledetección por satélite. "También se puede evaluar el seguimiento de los planes de ordenación, analizar el crecimiento de las ciudades, vigilar la erosión de las costas o comprobar la vigencia de los mapas", cita Muñoz. Decasat recibió en 2002 el premio Auna-Retevisión a la mejor idea empresarial nacida de la universidad, y la sociedad de capital riesgo Inversiones e Iniciativas Málaga entró el pasado octubre en su accionariado.

La enorme resolución del satélite -permite ver con nitidez hasta los 60 centímetros- no representa, para Muñoz, una amenaza para la intimidad. "Para la detección urbanística usamos una escala en la que es imposible distinguir la cara de una persona", asegura el director general de Decasat. Aunque el Quickbird pasa aproximadamente por cada zona cada 15 días, la actualización recomendada de las fotografías urbanísticas es de unos seis meses.

"El uso del satélite tiene un potencial tremendo para detectar las tropelías cometidas sobre el territorio. El problema es que si se utilizara saldrían tantos atropellos que no habría gente suficiente para tramitarlos", asegura un geógrafo de la Junta de Andalucía. Muñoz hace hincapié en que saber que un satélite vigila las obras ilegales tiene un "efecto disuasorio" sobre el potencial infractor. Además, el director de Decasat asegura que gran parte de sus encargos consiste en buscar construcciones ilegales diseminadas fuera de los núcleos urbanos. En el último año y medio, el Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil -a pie, en moto o en helicóptero- denunció 12.832 construcciones ilegales, tanto en la costa como en el interior.

Decasat, que pretende llevar sus servicios al mercado internacional, no sólo busca irregularidades en tierra firme. En la actualidad comparte un proyecto con la empresa Nerea de arqueología subacuática para localizar desde el espacio barcos de expoliadores de yacimientos marinos. "Normalmente, las campañas de expolio son largas y los barcos son de un tipo determinado. Cuando vemos que una embarcación lleva mucho tiempo en una zona de yacimiento, damos parte a la Administración".

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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