La eminencia gris
El puesto de Dick Cheney, quizá el vicepresidente con más poder en la historia de Estados Unidos, no está en la cuerda floja. Ni en cuestión. Cheney sigue. George W. Bush, aseguró que su hombre de confianza acabará el mandato. Lo anunció cuando otra de sus piezas fuertes abandonaba el equipo de la Casa Blanca. Con la partida de Donald Rumsfeld, Bush y Cheney pierden a uno de sus más fieles aliados dentro de la Administración.
La figura de Cheney aparece difusa estos días. No ha hablado en público, aunque compareció ayer durante la rueda de prensa que Bush ofreció en la Casa Blanca. Estaba en segundo plano. Por primera vez en más de medio siglo, el vicepresidente no se postula como candidato a la Casa Blanca. Ajeno a los comicios, Cheney pasó la jornada electoral de caza.
Mentor de Bush, de 65 años, su carácter reservado ha supuesto que nunca ha eclipsado al presidente. Ha sido una figura constante en la familia Bush. Fue secretario de Defensa con Bush padre durante la guerra del Golfo en 1991.
Halcón neocon, Cheney siempre ha formado parte del teatro de operaciones de Washington. Sin embargo, nunca se ha perfilado para el puesto más alto del partido. Durante el Gobierno de Richard Nixon en 1969 se ocupó de la política económica; bajo Gerald Ford, fue el jefe de personal de la Casa Blanca, un cargo en el centro del poder. Con su discreta pero decisiva presencia, Cheney está considerado como la eminencia gris de la era George W. Bush.
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