Justicia y venganza
Si la recuperación de una justicia libre e independiente es un paso adelante en la reconstrucción de un país como Irak, la condena a muerte de Sadam Husein (o de quien sea) no puede entenderse más que como un grave retroceso. Por muy graves que hayan sido sus crímenes, la pena capital iguala al reo con sus jueces, convirtiéndolos en verdugos, y alimentando el odio. El deseo de justicia no debe ser confundido con el de venganza, y si Irak se guía por preceptos como la pena de muerte, su destino se prevé más negro aún de lo que ya se atisba.
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