Un campeador en el furgón de cola
Fichado esta temporada por el Pamesa, Oliver explota su gran oportunidad en la ACB
El pasado jueves fue el día de Rudy Fernández. Ayer, el de Albert Oliver, menos espectacular pero igual de eficaz. Con el encuentro por decidir ante el Akasvayu Girona y el cronómetro aproximándose al final, el base catalán del Pamesa tomó el relevo de Avdalovic, eliminado por faltas, con 17 puntos en su haber y, con un triple oportuno, forzó la prorróga de un encuentro que después decidió. Dos tiros libres suyos y una canasta posterior (77-74), cuando al partido le quedaba menos de un minuto, desmontaron al Akasvayu, sin fuelle para un remonte más. Hundido hace una semana, en la cola de la clasificación, el Pamesa sumó su segunda victoria consecutiva y, de la mano de Oliver (16 puntos), se acercó a la zona media de la tabla.
Acostumbrado a luchar por evitar el descenso, el catalán aspira a disputar la Liga y la Copa del Rey
Rescatado este curso por el Pamesa de la condena de la LEB -en la categoría de plata se brega su anterior equipo, el Manresa-, la suerte, a menudo esquiva, se alía con Oliver (Terrassa, Barcelona, 1978). Formado en el Joventut -compitió por un puesto con Turner, Corrales, Raúl López y Rafa Jofresa- y pretendido el curso pasado por el Barça, el base catalán se había convertido en una especie de ascensor. Desde que debutó, en 1999, en la LEB, con el Caprabo Lleida, la mitad de su carrera se la ha pasado implicado en un play off. En su primer año en Lleida, su equipo se quedó a un partido de ascender a la ACB. En el segundo, lo consiguió, precisamente ante el Manresa. Logrado el objetivo, el Lleida apostó por Jaume Comas y prescindió de él. "Fue un golpe duro porque yo quería seguir allí", rememora Oliver; "pero enseguida me rehice".
El Manresa, que se había puesto como objetivo abandonar la LEB y había tomado buena nota, le contrató. Unos 40 partidos después, Oliver se enfrentaba al Tenerife, en el quinto y decisivo encuentro de play off. "Es el partido más bonito que recuerdo. El pabellón estaba a rebosar y teníamos más presión que nunca", confiesa el base catalán que, cómo no, logró el ascenso también con el Manresa. Corría la temporada 2002-2003.
Desde entonces hasta la temporada pasada, su lucha ha ido en sentido contrario. Líder de un equipo con uno de los presupuestos más bajos de la ACB, Oliver ha sido pieza clave en un Manresa que, cada final de campaña, bregaba por no descender. "Oliver es imprescindible y su traspaso es innegociable", dijo el presidente del Manresa la temporada pasada, cuando el Barça, falto de bases, le tanteó. Concluido el curso y consumado el descenso, el Manresa asumió que no podía retenerlo más.
Y menos después de lo que le había sucedido en los Juegos del Mediterráneo, en 2005. Convocado en Almería con la selección B, Oliver se vio obligado a abandonar el grupo por la puerta de atrás. Había dado positivo en un control antidopaje. "Fue el momento más duro de mi carrera", reconoce el base del Pamesa, que ni siquiera pudo avisar a Rafa Martínez, su compañero de habitación. El Propecia, un medicamento contra la caída del cabello que contiene finasteride, le había colocado en el ojo del hucarán. Lo tomaba desde hacía dos años, pero nadie le había advertido de que el finasteride había pasado a integrar la lista de sustancias prohibidas hacía tan sólo unos meses. Tras el duro golpe, la Federación Española de Baloncesto archivaba el expediente al considerar que la investigación no tenía un fundamento sólido.
De regreso a la ACB, y ya entre la élite, Oliver aspira a disputar la Liga y la Copa del Rey. "Es algo que no he vivido y me apetece probar", dice, pese al mal inicio del Pamesa, que ha empañado su buena actuación. Hace unas semanas superó los 4.000 minutos en la ACB y, ayer, los 1.500 puntos. "El del Joventut y el de hoy [por ayer] han sido mis mejores partidos con el Pamesa. Es extraño que suceda cuando Ricard Casas ya no está porque a él le debo buena parte de esto", se lamenta, agradecido al técnico que lo llevó a Valencia.
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