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Reportaje:Elecciones legislativas en EE UU

Bush se lanza al contraataque

Los demócratas reafirman su estrategia de convertir las legislativas en un referéndum nacional sobre el presidente

George W. Bush se lanzó ayer de lleno al combate, y así estará hasta el martes 7 de noviembre, hasta unas legislativas en las que su partido puede perder el control de una o de las dos cámaras del Congreso. Los demócratas están convencidos de que cabalgan la gran oleada a favor del cambio, y la movilización presidencial les da la razón.

Sus intervenciones de ayer fueron en Georgia y Tejas: allí arrasó en 2004, pero ahora lo están pasando muy mal los congresistas republicanos. "¡Las elecciones aún no se han celebrado!", dijo Bush en Georgia. "Estamos cerca de la línea de meta, y es ahora cuando necesitamos vuestra ayuda".

La movilización de la base es vital, y por eso Bush y su estratega, Karl Rove, tratan de mantener alta la moral asegurando que sus datos no coinciden con los que se manejan y burlándose de la euforia demócrata: "Hay gente en Washington que cree que las elecciones ya están decididas y están organizando sus nuevos despachos en el Capitolio. Hace dos años, algunos también estaban eligiendo oficinas en el ala oeste de la Casa Blanca. Pero los de la mudanza nunca llegaron a recibir el encargo".

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Los demócratas mantienen un promedio de 11 puntos de ventaja en los 40 distritos electorales más competitivos, según el último sondeo del Pew Center, que indica que Irak "sigue siendo el asunto dominante".

El mensaje del presidente Bush es sencillo: "Del resultado de estas elecciones dependerán dos cosas: el dinero que vais a tener en el bolsillo, porque si ganan los demócratas subirán los impuestos; y si la Administración hace lo más importante que tiene que hacer, proteger a los estadounidenses".

Pero lo que hace dos años caía en oídos receptivos ahora no lo escuchan más que los muy convencidos. Por eso, su participación es un arma de doble filo: en las zonas de dominio conservador tiene efectos positivos, porque puede espolear a una base desmoralizada o crítica con la guerra. Pero en los Estados más peleados, Bush complica la vida a los suyos. Además de que lo habitual es que en unas legislativas sea castigado el partido que está en el poder, el índice de popularidad del presidente no sube del 38%: la combinación de voto de castigo y lastre presidencial ha sido letal en anteriores elecciones, como en las de 1994, cuando los republicanos barrieron.

A los demócratas no les hace falta -afortunadamente para ellos, porque no lo tienen- ni un líder nacional ni un programa claro. Les basta con saber que dos de cada tres norteamericanos creen que el país necesita cambiar de dirección, y que el 59% piensa que la guerra no va bien; les es muy sencillo convertir las competiciones locales en una consulta popular sobre el presidente en la que se juzga desde el caos en Irak hasta la incompetencia posterior al huracán Katrina. Según otro sondeo, de Newsweek, el 45% confía en los demócratas -frente al 33% que lo hace en los republicanos- para manejar la situación en Irak.

"Cada semana que pasa las cosas van mejor; esta elección, cada vez más, se está convirtiendo en un referéndum sobre George Bush, sobre sus fracasos nacionales e internacionales", dijo el domingo, en la cadena de televisión Fox, Chuck Schumer, que preside el Comité de Campaña demócrata en el Senado. Enfrente, su contraparte republicana, Elizabeth Dole, trató de convencer a la audiencia de que las elecciones no iban a ser un referéndum sobre Irak, sino que se van a dirimir por asuntos locales.

Esos asuntos cuentan, pero es obvio que hay dos referendos, uno sobre Irak y Bush y otro sobre la seguridad y Bush. Y todos los sondeos indican que la opinión pública se decanta, negativamente, por el primero. Además, aseguró Schumer, la maquinaria demócrata está este año a la altura de la republicana: "Llevamos dos años preparándonos para estas elecciones".

Los demócratas necesitan ganar 15 escaños más de los que tienen ahora en la Cámara y seis más en el Senado para tener la mayoría. "Si las elecciones se celebraran ahora", dice el experto en sondeos John Zogby, "los demócratas ganarían de 25 a 30 escaños en la Cámara y por lo menos cuatro en el Senado; pero, y esto hay que decirlo con mayúsculas, las elecciones no se celebran ahora, sino el día 7".

El margen de maniobra es cada día menor, y aunque hay un porcentaje relativamente elevado de independientes (casi un 20%), la clave está en la movilización de las bases, según Zogby.

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