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80 muertos en el ataque del Ejército de Pakistán a una escuela coránica

EE UU y la OTAN consideran la zona un santuario para los talibanes y los jefes de Al Qaeda

Alrededor de 80 personas -talibanes, según el Gobierno; inocentes estudiantes, según la Administración local- murieron en la madrugada de ayer en Pakistán en un ataque del Ejército con helicópteros, misiles y armas de precisión contra una madraza (escuela coránica) en Chenagai, en el distrito fronterizo de Bajaur. Estados Unidos y la OTAN consideran la zona como un refugio de jefes de Al Qaeda y de los talibanes y han insistido ante el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, en la necesidad de acabar con esos santuarios para poder estabilizar Afganistán. Un mulá local anunció venganza.

Más que de madraza, las autoridades paquistaníes hablaban ayer de un campamento desde hace tiempo sometido a vigilancia, donde los milicianos islámicos recibían instrucción y formación militar. "El campamento ha sido destruido", anunció el general Shaukat Sultan. "Informaciones de fuentes locales y de nuestros servicios de información nos hacen pensar que ha habido unos 80 muertos". Entre los muertos figura el mulá Liaquat, responsable de las instalaciones, que figuraba en una lista de integristas buscados por dar cobertura a los talibanes.

El ataque se produjo no lejos de Khar, la principal localidad del territorio, a unos 200 kilómetros al noroeste de Islamabad. Testigos locales hablaban de niños muertos, mientras otras fuentes se referían a adolescentes y hombres jóvenes. Cadáveres cubiertos con sábanas blancas fueron colocados juntos ante las ruinas de las instalaciones mientras varios centenares de hombres proclamaron ante los cuerpos su apoyo a Osama Bin Laden y al mulá Omar, jefe de los talibanes. En la localidad, miles de habitantes de Bajaur se manifestaron gritando "¡Muera Estados Unidos!", "¡Muera Bush!", "¡Muera Musharraf!". En una atmósfera de cólera, el mulá Fakir Mohamed, colaborador del abatido Liaquat, prometió que la matanza no quedará sin venganza.

Pese a las declaraciones del general Sultan sobre la muerte de los integristas, entre ellos varios extranjeros, el primer ministro adjunto de la provincia, Sirajaul Haq, presentó su dimisión "en solidaridad con los 80 estudiantes inocentes muertos".

El dimisionario pertenece a Jammat-e-Ismaili, uno de los más importantes partidos islamistas de Pakistán, en la oposición a Musharraf. "Este ataque ha sido lanzado por Estados Unidos y sus aliados, entre los que está Pakistán", dijo antes de afirmar: "No hemos aprobado los presupuestos del Ejército para que asesine a su propio pueblo".

No es la primera vez que el Ejército paquistaní ataca zonas fronterizas con Afganistán en las que Washington y sus aliados saben que se esconden los talibanes y algunos dirigentes de Al Qaeda. "Muchas de estas madrazas son fábricas de terroristas. Sin la colaboración de nuestro vecino no se puede tener paz y estabilidad", manifestaba recientemente en Bruselas el ministro afgano de Exteriores, Rangin Dafar Spanta. "¿Cómo vamos a tener éxito contra los talibanes si nos vienen por centenares desde el otro lado, con equipo moderno, vehículos y armas?".

Contra ese apoyo logístico en Pakistán se han manifestado en repetidas ocasiones los responsables de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), que comanda la OTAN, cuyo jefe militar supremo, el general James Jones, va a plantear nuevamente el caso esta semana a los generales paquistaníes.

Musharraf respondeque en tres años sus soldados han matado a un millar de integristas y perdido 600 hombres. El grueso de esas operaciones se desarrollaron en las regiones de Waziristán (norte y sur), vecinas de Bajaur. A principios de año hubo otro ataque a Bajaur lanzado para acabar con Aiman al Zawahiri, número dos de Al Qaeda. Al Zawahiri no se encontraba en el lugar bombardeado por aviones sin piloto de Estados Unidos, pero en el asalto murieron cuatro milicianos y 18 civiles.

Las siete comarcas fronterizas de la provincia Frontera del Noroeste, entre ellas las de Waziristanes y Bajaur, pertenecen formalmente a Pakistán, que nunca ha tenido control real sobre su territorio, pero cultural, histórica y étnicamente están emparentadas con Afganistán. Al Zawahiri está casado con una mujer de la región y una de las reglas inviolables de las tribus locales es dar protección a los miembros de la familia. De ahí que las dudas sobre la convicción de Musharraf en la lucha contra los talibanes y sus protectores paquistaníes se acrecentaran el mes pasado, cuando su Gobierno firmó un acuerdo con los jefes de Waziristán, según el cual los soldados desaparecerían de sus tierras a cambio de que ellos no dieran protección a los talibanes.

Por otra parte, la ISAF informó ayer de la muerte de un soldado de la OTAN y de 55 rebeldes en combates en la provincia afgana de Zabul, fronteriza con Pakistán, en el sur del país.

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