_
_
_
_
_
Reportaje:Motociclismo | Gran Premio de Valencia, última carrera del Mundial

Rossi golpea primero

El italiano arranca en cabeza, mientras que Hayden, su único rival por el título, lo hará el quinto

Oriol Puigdemont

Acomodado en última instancia en la parte superior de la clasificación general, Valentino Rossi lanzó ayer, en Cheste, su primer directo al rostro de Nicky Hayden. El italiano, de 27 años, se anotó su quinta pole position de la temporada en la última carrera del año, la que debe dirimir la suerte del Campeonato del Mundo de MotoGP más ajustado. Se lo juegan Rossi y el estadounidense, quien, tras acusar algún problema en los neumáticos durante los instantes finales de la serie clasificatoria, arrancará quinto, desde la segunda fila de la parrilla y con Il Dottore, las dos Ducati y la Kawasaki del japonés Nakano entorpeciéndole el paso. Mala cosa para Hayden, obligado a ganar si quiere aspirar a amarrar un título que hace tres meses tenía prácticamente en el zurrón y que se le ha ido resbalando de las manos.

"Veo en Capirossi un posible aliado porque las Ducati van muy rápido", avisa el heptacampeón
Más información
El pueblo de Valentino conquista Cheste
Cara o cruz
"¿Cómo va Rossi a perder el Mundial?"

El chico de Kentucky, que se colocó en cabeza del Mundial de MotoGP en la tercera cita del año y lo fue hasta hace dos semanas, se desespera de un tiempo a esta parte cada vez que se aúpa a la moto. Comenzó a incomodarse cuando comprobó cómo, tras el verano, Rossi volteó los contratiempos que arrastraba desde el principio de la temporada y que le colocaron a 51 puntos del liderato a finales de julio. Enrabietado por una clasificación que por sus esfuerzos consideraba injusta, Rossi ha acumulado desde entonces una victoria (Malaisia), tres segundos puestos (República Checa, Japón y Portugal) y un tercero (Australia).

Hayden, horripilado al comprobar cómo el italiano le barría a toda pastilla una cantidad ingente de puntos, se desinfló y, tras vencer en California, el jardín de su casa, no ha vuelto a oler el cajón. Tras la última calamidad que sufrió este año Rossi, precisamente en Laguna Seca -rompió el motor de su máquina-, al campeón no le quedó más que comenzar a servirse de las tretas psicológicas que tan bien domina y que tan buen resultado le han dado siempre. Se propuso rodar rápido y consistente para que Hayden se incomodara. Y lo consiguió, vaya si lo consiguió. En las últimas cinco pruebas Rossi ha sumado 59 puntos más que el cowboy de Kentucky y se ha colocado al mando con un colchón de ocho puntos. Los siete títulos mundiales que abrillanta en algún estante de su casa de Tavullia le otorgan una autoridad en la pista sólo superada por el respeto que infunde a los demás.

Mientras Hayden, agotado, se desespera tratando de controlar una moto que le zarandea sobremanera al entrar y salir de los virajes, Rossi ha alcanzado precisamente ahora su mejor momento de forma. Fogueado sobradamente en situaciones límite, Rossi maneja la presión a su gusto, como una marioneta, y se la traspasa a quien mejor le parece. Si, además, como ocurre en las últimas carreras, la mecánica de la Yamaha que tanto acaricia está afinada, el conjunto deviene prácticamente imbatible. Ayer se anotó la pole y de forma autoritaria, rebajando en ocho décimas de segundo el record anterior del circuito, que consiguió en 2005 Sete Gibernau, ausente ahora por lesión.

"Era fundamental salir delante. El equipo ha trabajado con la tensión necesaria para mantenerse concentrado", comentó Rossi. "Nicky rueda fuerte. Tiene un buen ritmo, pero ha cometido un error. Veo en Capirossi un posible aliado porque las Ducati y los neumáticos Bridgestone van muy rápido", consideró el heptacampeón, que, en una hipotética lucha por la victoria con su compatriota, no dudará: "Lo tengo claro, le dejaré pasar. Ser segundo me basta para ser campeón".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_