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Reportaje:

La baraja del ingeniero

Luis del Rivero, que fundó Sacyr en 1986, ha convertido la constructora en una de las grandes del sector tras varias operaciones, rematadas esta semana con la entrada en Repsol YPF

Miguel Ángel Noceda

"Nunca juega el tahúr la pieza que el contrario presume y menos la que desea". Las reflexiones de Baltasar Gracián en su Oráculo Manual y Arte de la Prudencia parecen regir las audaces actuaciones de Luis del Rivero, como la reciente entrada en Repsol YPF. La empresa que preside, Sacyr Vallehermoso, ha adquirido el 9,24% del capital del grupo petrolero y se espera que lo aumente. Con su libreto secreto bajo el brazo, su título de ingeniero de Caminos en bandolera, su pedigrí de hombre hecho a sí mismo, su voracidad insaciable y sus cinco bypass, se ha convertido en uno de los actuales amos del universo, aunque sobre la piel de triunfador lleva marcado el fracasado intento de controlar el BBVA, donde probablemente hizo un aterrizaje forzoso en el que no tuvo muy en cuenta el oráculo del jesuita aragonés del siglo XVII.

Forma parte del círculo de empresarios de confianza de La Moncloa
Sobre la piel del triunfador lleva marcado el fracasado intento de controlar el BBVA
Pertenece a esa nueva aristocracia económica que se ha asentado entre las estirpes empresariales

Ya el pasado marzo, Del Rivero hacía guiños de difícil averiguación. Ante un grupo de empresarios catalanes, alertó del peligro de que las empresas privatizadas españolas cayesen en "manos extranjeras" al hilo del jaleo originado por la oferta de la alemana E.ON sobre la española Endesa. No se descarta que en esos momentos ya hubiese mirado la cartera y estudiado la posibilidad de meterse en la pelea. Hay quien asegura que le frenaron. Lo que tenía claro es que las constructoras son, junto a los bancos, las únicas que pueden tirar de chequera y que él, metido entre los grandes, no quería fallar ni quedarse rezagado mientras veía maniobrar a sus rivales. Después de que ACS se instalase en Fenosa e Iberdrola y Acciona en Endesa, los tiros de Sacyr apuntaron hacia otra pieza de caza mayor, Repsol.

Hijo de un militar del Ejército del Aire, este murciano nacido en febrero de 1949 se marchó a estudiar Caminos a Santander, en cuya Escuela se licenció en 1972 y de donde salió casado con una cántabra. Ese mismo año comenzó a trabajar en Hiceosa, una sociedad de cimentaciones. En 1974, entró en Ferrovial, grupo que dejó en 1986 junto a José Manuel Lou-reda, Félix Riezu y Manuel Manrique para crear Sacyr con un capital de 40 millones de pesetas.

De la cúpula de Sacyr, Del Rivero sobresalía por su osadía, mientras Loureda, entonces presidente, y Manrique, actual consejero delegado, siempre han sido mucho más comedidos y voluntariamente relegados a segundo plano (el cuarto, Félix Riezu, hizo caja a los pocos años y abandonó la nave). Más tarde, en 2001, se incorporarían financieros de tradición y dinero, mucho dinero, como Juan Abelló y Demetrio Carceller. La química entre Del Rivero y Abelló, que admira la capacidad de trabajo de aquél, es excelente. La pareja se ha convertido en una de las más dinámicas de la vida empresarial española.

Pero al contrario que Abelló, rico ya de familia, Del Rivero pertenece a esa nueva aristocracia económica que se ha asentado entre las veteranas estirpes empresariales durante la democracia y normalmente con el ladrillo por montera. Sin embargo, tardó en aparecer en las listas de los privilegiados, donde se codea con sus antiguos dueños, los Del Pino; familias clásicas, como la Koplowitz (FCC) o la Entrecanales (Acciona), y otros de reciente auge como Florentino Pérez (ACS) y Villar Mir (OHL), con los que comparte profesión, buenas relaciones y pasión por el Real Madrid, del que fue vicepresidente. También con Fernando Martín (Martinsa), socio en la directiva del Bernabeu y en Sacyr hasta que se fue para satisfacción no disimulada de Del Rivero y compañía, que nunca aceptaron de buen grado la presencia del promotor de Valladolid.

Campechano y ocurrente, no se le conocen apenas aficiones más allá del trabajo y la prosperidad, pero Luis del Rivero es un jugador (de póquer y de lo que haga falta) infatigable. Tanto trajín y tanta angustia por el triunfo seguramente fueron la causa de los problemas de corazón del que fue intervenido en marzo de 2005. Desde entonces dedica mucho tiempo a andar y los fines de semana a cuidar a sus nietos. Pese a que bajó el listón, no perdió la valentía para los negocios y no ha dejado de tramar operaciones y cocinar enredos.

Sabe que la carrera empresarial está llena de obstáculos y que si se quiere ser alguien en un sector tan dado al navajeo como el de la construcción hay que ser diestro en el arte de la esgrima. Venía con la lección aprendida de su anterior etapa y, sobre todo, por el escándalo en la venta de unos terrenos de Ferrovial al Gobierno de Murcia que luego serían cedidos a General Electric, en los que intermedió para su antigua empresa "por amistad" (según declaró en el Parlamento murciano) siendo ya director de Sacyr. El episodio, considerado entonces un pelotazo para Ferrovial ya que había otros terrenos que eran mucho más baratos, costó la cabeza del entonces presidente socialista, Carlos Collado, en 1991.

En su región de origen mantiene buenas relaciones y prósperos negocios. Ha sido muy activo en la comunidad de regantes de Cartagena, pero también participa en los proyectos de desalinización previstos en Murcia. Tiene muchas esperanzas en el nuevo aeropuerto de la región. Además, cuenta con una de las mayores producciones de cítricos de España. No es de barco ni de caza, pero de cuando en cuando aparece en alguna de las cacerías montadas por Abelló y a las que asiste con frecuencia el Rey. Pero sus mayores ratos de ocio los pasa en Cantabria, su tierra de adopción, donde se refugia con frecuencia, sobre todo en verano, y mantiene muy estrechas relaciones.

Y como el fin justifica los medios, sus antiguas vinculaciones políticas con la derecha (fue presidente de AP en Murcia y cabeza de lista por esta provincia en las primeras elecciones, sin éxito) no le han impedido manejarse con total desenvoltura con los socialistas. De hecho, fueron los contratos recibidos de la Administración socialista los que permitieron engordar los primeros kilos al grupo y ponerlo en la autopista. Ésa es, precisamente, una de las razones que explica el fulgurante enriquecimiento de los ingenieros que formaron Sacyr hace 20 años y que hoy se ha convertido en la segunda del sector por capitalización bursátil y la quinta por tamaño. Además de demostrar que estaban más que preparados para dar el salto y no quedarse como buenos ejecutivos de Ferrovial, el principal acierto estriba en que supieron estar en el momento oportuno y en el lugar adecuado para aprovecharse de las inversiones que este país destinó a infraestructuras. De hecho, esas inmensas ganancias explican una de sus ya célebres frases acuñadas por Del Rivero: "La construcción es la mayor generadora de nuevos ricos". Ahí queda eso.

Forma parte del círculo de empresarios de confianza de La Moncloa. Está integrado en el observatorio de Latinoamérica formado por el director de la Oficina Económica, Miguel Sebastián, con empresas con intereses en la región. También fue de los elegidos para el reciente desayuno con Tony Blair, no sin el sordo cabreo en otros empresarios con más presencia en Reino Unido que no fueron invitados. Pero le molesta sobremanera que le digan que Sacyr es la constructora del PSOE y pone argumentos para demostrar que tanto en etapas socialistas como del PP todas las constructoras se beneficiaron de las infraestructuras y del boom inmobiliario.

Fue esa buena relación con el Gobierno la que, sin duda, le sirvió de impulso para lanzar el asalto al BBVA, que él perseguía desde hacía años. Con el 3% del banco en la mano -y el objetivo de llegar al 8%- se presentó ante el presidente de la entidad, Francisco González, para anunciarle que quería entrar en el consejo. González, nombrado por el PP al frente de la antigua Argentaria, le recibió con cara de pocos amigos, se encastilló y ganó la batalla con el respaldo del gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, y la neutralidad del ministro de Economía, Pedro Solbes. La verdad es que la operación resultó un fiasco, quizá por precipitada, quizá por una estrategia equivocada. Del Rivero y los que le rodearon salieron malparados; pero, haciendo gala de excelentes reflejos, le puso al mal tiempo buena cara: "Nos hemos llevado una buena pedrea". Plusvalías de 150 millones.

Para entonces, Sacyr ya había emprendido una carrera de órdagos. Ganó estatura; pero el paso de gigante fue la compra de Vallehermoso al Santander. Como ha hecho ahora con Repsol, fue el propio banco presidido por Emilio Botín el que dio el respaldo financiero. De esa forma, el empresario murciano, que todavía era consejero delegado de Sacyr, sentó sus reales en la inmobiliaria y provocó la salida del presidente, José María Cuevas, y del consejero delegado, Emilio Novela. Luego compraría la Empresa Nacional de Autopistas y la mayor constructora portuguesa, Somague.

Luis del Rivero suele presumir de que no necesita "ningún rating, que el único que importa es el crédito bancario" poniéndose frente a los analistas que bucean en las cuentas del grupo y hablan de alto apalancamiento y otras technicalities. El ingeniero sonríe y con esos ojos vivarachos en seguida busca respuestas: "El dinero no es problema para comprar lo que queramos". Y si hay que esconder las cartas, lo hace como nadie. "Cuando estamos a setas, estamos a setas, y cuando a Rolex, a Rolex", respondía sin rubor al preguntársele sobre la inminente compra de Repsol. Las setas eran ni más ni menos que Europistas y la constructora francesa Eiffage, que le pueden permitir situarse al frente del sector constructor y de autopistas a nivel mundial. El Rolex, naturalmente, Repsol. Y es que ya dice Gracián que "sin mentir, no decir todas las verdades".

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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