"Si no es por la familia, te mueres de asco"
"Me voy encontrando un poco mejor". Milagros Picazo se emociona al hablar de todo lo que le ha ocurrido desde el mediodía del 3 de julio, que no es poco. Esta vecina de Picanya, de 41 años, sigue en cama y aún se desplaza en silla de ruedas por su casa. "De ánimo tengo mis momentos", añade.
Su vida está aún lejos de volver a la normalidad que se quebró aquel lunes de verano cuando volvía a casa tras su jornada de trabajo. "Vas corriendo, como siempre", recuerda. Milagros cogió el tren en la estación de Plaza de España. Faltaba un minuto para las 13.00. "Fue sentarme, abrir el periódico y ya". Un bandazo, el apagón de luces... "fue muy rápido". Sabe que perdió el conocimiento porque la despertó una descarga eléctrica tumbada en la vía del metro. Recuerda el desconcierto, la extrañeza, la ansiedad por salir de aquel lugar y la incapacidad para hacerlo. "Mi primera reacción fue tratar de ponerme en pie, pero no pude porque tenía la pierna rota". A Milagros la sacaron los bomberos del túnel de la línea 1 del metro con múltiples heridas en piernas y caderas y con las costillas rotas, entre otras lesiones. Permaneció casi un mes en el hospital, "13 o 14 días en cuidados intensivos".
Milagros lamenta que, "de cara a la tele" todo es muy bonito, pero "de ayuda, nada"
Milagros lamenta que, "de cara a la tele", todo sea muy bonito, pero "de cara a la ayuda, nada". Su familia la ha cuidado desde que saliera del hospital y solicitó en septiembre a la Generalitat -"que llamaron para ver si necesitábamos algo"- ayuda para que una persona la cuide durante algunas horas al día. "Se pidió a principios de septiembre y aún lo están estudiando", lamenta con amargura. Y añade que la indemnización de la aseguradora fue "de risa". "Buenas palabras y muy malos hechos". Subraya que "si no es por la familia, te mueres de asco".
El accidente del metro de Valencia causó 43 muertos y 47 heridos por lo que pasó a ser el siniestro ferroviario más grave de la historia de España. La herida está lejos de cicatrizar y, en muchos casos, a las víctimas o a sus familiares aún les cuesta hablar sobre el tema. Las víctimas del metro se acaban de asociar para "tener una única voz", explica Santiago Muñoz, hijo de uno de los fallecidos. "Para que esto no se olvide", añade. La asociación está dispuesta a exigir responsabilidades. El acta de constitución fue firmada ayer sábado por siete familias, aunque el colectivo está formado por cerca de 20.
Chelo Claramunt es miembro del equipo de diez psicólogos del Ayuntamiento de Torrent (de donde procedían un buen número de víctimas) que apoyó a los familiares desde el día del siniestro. Claramunt ha asumido desde septiembre la labor de seguimiento. La profesional recuerda cómo el equipo se puso en marcha poco después del accidente y parte de ellos acudieron a aquellos sitios en los que se reunían los familiares de las víctimas y los propios afectados. La psicóloga menciona como reacción habitual inicial entre las víctimas el "estupor, no creerse lo que está sucediendo". Son momentos para la empatía, de estar "al lado" de las víctimas "sin atosigarlas". Los psicólogos de Torrent han atendido en consulta hasta septiembre a 36 personas. Claramunt cita tres grandes subtipos de afectados: los familiares directos de los fallecidos, las personas que pese a no resultar heridas iban en el convoy y tienen miedos, y el asesoramiento a los docentes que traten con estudiantes de primaria y secundaria familiares de víctimas o protagonistas directos del accidente. El Consistorio quiere ofrecer un seguimiento a las víctimas.
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