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El Espai d'Art Contemporani revisa el activismo feminista en el escenario electrónico

María Fabra

Existe una porción del activismo feminista muy creativa. Hay discursos teóricos que se plasman en prácticas artísticas, por ejemplo, en el escenario electrónico, y que dan lugar a un híbrido como Cyberfem, un espacio de creación y activismo que, desde ayer y hasta el próximo 21 de enero, ocupa el Espai d'Art Contemporani de Castellón (EACC), con piezas de 28 mujeres y colectivos. Su comisaria, Ana Martínez Collado, la definió de una forma muy clara: "Es una muestra de las distintas propuestas sobre feminismo que se realizan a través de las nuevas tecnologías". La simplicidad del tema y de la exposición sólo es aparente y su complejidad ha sido resuelta de manera arriesgada e imaginativa, siempre sin perder de vista la base de que el museo "no ha de ser una institución complaciente sino una estructura crítica y porosa capaz de conectar con las temáticas y fisuras de nuestra sociedad", como explicó ayer su director artístico, Juan de Nieves, para perder la idea de museo "como un espacio acorazado y donde el espectador deambula sin las herramientas que le permitan desarrollar su capacidad crítica".

Las piezas seleccionadas incluyen instalaciones con tecnologías digitales, proyectos interactivos, performances, conferencias, material documental, proyectos exclusivos en formato Web o weblogs. De hecho, el espectador, el visitante, forma parte de esta exposición y vincula, con su actividad, al resto de visitantes. Este planteamiento se hace posible en Cyberfem con la instalación de una de las piezas, en la que mientras un espectador navega por Internet, en las paredes del centro se proyecta su "navegación".

Pero la muestra es mucho más que tecnología y ubica, en el centro del debate, la cuestión de la identidad y, en casos concretos, su relación con la cibercultura, explicó Ana Martínez Collado. Además de la identidad, de cómo se construye y de los debates en los que se desbroza, como el de la violencia de género, la exposición habla de las relaciones cruzadas entre el género y la información generalista, la que diariamente exponen los medios de comunicación y que se imbrica en la vida cotidiana de las mujeres. En el tercer bloque, la comisaria ha ubicado piezas que analizan la relación entre la interculturalidad y las nuevas tecnologías, con una especial atención en las fronteras. En este plano, se exhibe el trabajo de las mujeres del sureste asiático que, mientras en sus casas no disponen de agua corriente, trabajan en la fabricación de los más sofisticados elementos tecnológicos.

El ciberfeminismo no es nuevo. El movimiento feminista encontró en Internet un espacio abierto de posibilidades, un territorio-red abiertamente seductor para la intervención de las mujeres. Y su multifacética diversidad se manifestó con fundamentos aportados por Donna Haraway, Sadie Plant, o las escandalosas y provocativas VNS Matriz, pero alcanzó el carácter de movimiento en la Documenta de Kassel, en 1997.

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