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El Artium rescata la reflexión de Eugenio Ampudia en torno al arte como sistema de ideas

El autor vallisoletano ironiza en una veintena de obras sobre creadores, críticos y espectadores

El Artium de Vitoria ha recuperado en la exposición Eugenio Ampudia...sólo una idea devoradora los últimos 15 años de creación de un artista marcadamente iconoclasta, crítico e irónico, reflexivo y divertido a la vez, que, a partir de su trabajo alrededor del arte como sistema de comunicación, ofrece obras sugestivas y sugerentes. La muestra, que se inaugura hoy y se mantendrá en el museo vitoriano hasta el próximo 18 de febrero, presenta a lo largo de un laberinto de salas y pasillos 23 obras protagonizadas por Picasso, el Che Guevara, Miró, el fútbol o un hámster.

Ampudia (Melgar, Valladolid, 1958) reconcilia al visitante con el arte contemporáneo. Si de lo que se trata es de reflexionar sobre el papel de la obra artística, los museos, los coleccionistas, la crítica especializada, la tradición y el mercado, por lo menos hay que hacerlo con cierta gracia. Y así lo consigue el creador castellano, con un trabajo meditado y cuidado que además ofrece distintos niveles de lectura.

¿Qué impresión le puede producir a cualquiera que llegue al Artium que le reciba en su misma puerta la escultura de un perro meando? Habrá quien entienda que es un chiste malo, mientras otro pensará que es una provocación y un tercero opinará que es una escultura realista con encanto. Ampudia interroga al receptor de su obra en todo momento, pero siempre desde un respeto a los niveles de entendimiento del arte contemporáneo con los que cuenta el espectador. Es decir, uno puede desconocer el papel que ha jugado Robert Hughes y su obra The shock of the new en la crítica de arte contemporánea, pero cuando contempla el vídeo El juego comprende algunas cosas. En las secuencias, el balón que se disputa en un encuentro de fútbol internacional se ha sustituido por un ejemplar de la obra de Hughes que va de un lado a otro, de la cabeza a los pies de los jugadores. La reflexión del arte, por los suelos y pateada.

También el espectador se lleva su ración crítica. Ampudia le hace protagonizar el papel angustioso de un hámster en una instalación que recrea la jaula del roedor, observada por un niño continuamente. Un poco más tarde, le recupera como artista cuando se le pide su retrato en Polaroid para que forme parte de la reproduccion del cuadro Bleu, de Joan Miró. Esta colaboración tiene premio: un pequeño grabado firmado por Ampudia que recibirán los 1.300 participantes en la experiencia.

Los ojos de Picasso

Al final del recorrido les toca el turno a los creadores, con distintas ironías sobre la obra de arte y la consideración que les merece a ellos mismos, tantas veces amplificada y, por tanto, con un valor alejado de su calidad real. Llega el momento de la reflexión: una instalación circular en la que dos corredores rotan sin parar con los siguientes mensajes: "¿Por qué los ricos coleccionan arte?" y "Una hueste de espectadores ávidos de criterio". Con ellos el visitante de la muestra emprende un regreso regenerador por el laberinto en que se ha convertido la sala, como si fuera un aparato digestivo, hacia la salida.

El montaje de la exposición, comisariada por Mariano Navarro, recrea efectivamente un aparato digestivo. Abre boca con la mirada de Ampudia sobre tres iconos del arte contemporáneo: Picasso, Dalí y Beuys. El vallisoletano ironiza, por ejemplo, sobre los exégetas del pintor malagueño y las cualidades atribuidas a su mirada con una pieza interactiva en que el espectador puede dirigir los ojos de Picasso con un movimiento de ratón de ordenador. A continuación, la exposición entra en el ámbito del trabajo del artista: Mesa de pe(n)sar es una antigua mesa de arquitecto sobre cuya superficie corren las nubes, "material de trabajo, del que se destila lo que va a llegar al espectador".

Y el tracto digestivo recoge toda la serie de montajes e instalaciones que atienden al resto de los participantes en el sistema de comunicación artístico. Porque la trayectoria de Eugenio Ampudia tiene sus cimientos en el cuestionamiento permanente del arte como medio de transmisión de ideas y del artista como un agente intermediario, como el administrador de esas ideas y gestor del sistema de comunicación que permite transmitirlas.

Para ello, utiliza todos los medios que la tecnología le ofrece, sin renunciar a las técnicas tradicionales, la pintura y la escultura. Desde mediados de los 80, Ampudia se ha caracterizado por la realización de obras de cuidadosa factura, sorprendentes, lúdicas y cargadas de un fino sentido de la ironía.

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