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Columna
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Callejón sin salida

Parecía que en la recta final del proceso de reforma del estatuto de autonomía para Andalucía el PP había rectificado su posición en las fases iniciales de dicho proceso y que había tomado la decisión de participar en el consenso reformador. En las últimas semanas únicamente los dirigentes andaluces del partido habían tomado la palabra y todos se habían pronunciado en la misma dirección. En consecuencia, parecía que la dirección nacional del PP había decidido que los populares andaluces dispusieran de autonomía para enfrentarse con este asunto. Eso es también lo que parecía dar a entender el silencio sobre la reforma estatutaria del presidente del partido, Mariano Rajoy, en la convención celebrada en Málaga el pasado domingo. La dirección nacional parecía haber entendido que el relanzamiento del partido en la comunidad autónoma, con la finalidad de intentar poner fin a la muy prolongada presencia del PSOE en el Gobierno de la Junta de Andalucía, pasaba por la incorporación del PP al consenso reformador del estatuto.

Y en esto llegó Zaplana. El estatuto es "inasumible", dijo en rueda de prensa el pasado martes el portavoz del grupo parlamentario popular, y el acuerdo, añadió, "tremendamente complicado", porque "tendría el PSOE que cambiar radicalmente de posición y no creo que lo haga". Por lo demás, concluyó, no creo que nadie pueda esperar que se cuente con el PP para que los términos "realidad nacional" figuren en el texto definitivo.

¿Se trata de una simple puya de Eduardo Zaplana a Javier Arenas, con quien es público y notorio que tiene unas muy malas relaciones, o de un aviso de la dirección nacional a los populares andaluces de que tienen que irse preparando para justificar el no, tanto en la votación final en las Cortes Generales como en el referéndum?

Pronto lo sabremos, porque en lo que queda de año el texto definitivo de la reforma tendrá que ser aprobado en las Cortes Generales y en el mes de febrero de 2007 será sometido a referéndum. Pero la participación de los populares andaluces en el consenso estatutario ya no puede darse por casi segura. Por dos motivos:

1º Porque el PSOE no va a rectificar radicalmente. El contenido de la reforma estaba básicamente fijado antes de que el texto fuera remitido al Congreso. El acuerdo alcanzado en el interior del Parlamento de Andalucía podía ser, por utilizar la terminología de la Constitución "reformado", es decir, retocado parcialmente (art. 167 CE), pero no "revisado", esto es, afectado en sus decisiones fundamentales (art. 168 CE). Si la condición para que el PP se incorpore al consenso es que el PSOE esté dispuesto a la "revisión" del texto aprobado en el Parlamento andaluz, el consenso no será posible.

2º Porque el PP nacional está muy comprometido por la posición que adoptó en el proceso de reforma del estatuto de autonomía para Cataluña. ¿Cómo puede justificar la dirección nacional del PP haber recurrido ante el Tribunal Constitucional determinados artículos del estatuto catalán y votar a favor en las Cortes de un estatuto en el que figuran artículos sustancialmente idénticos? El mismo artículo ¿es anticonstitucional por encima del Ebro, pero no por debajo de Despeñaperros?

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Dejar que los populares andaluces decidan autónomamente pone de manera inexorable a la dirección nacional en una posición incongruente. El voto a favor del estatuto andaluz mina su recurso contra el estatuto catalán. El voto en contra le obligaría a interponer un recurso de anticonstitucionalidad contra el estatuto andaluz y situar al partido en Andalucía en un callejón sin salida. Volverle a decir a los andaluces que este no es su referéndum y quedarse de nuevo fuera de la definición de las reglas del juego es quedarse condenado a permanecer en la oposición por mucho más tiempo.

No se entiende cómo a nadie en el interior del PP se le ocurrió pensar, cuando se pusieron en marcha las reformas estatutarias, que esto es lo que casi con toda seguridad les iba a pasar.

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