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ARTE

Diez empresas vascas se ofrecen a los creadores internacionales

El proyecto Disonancias materializa la alianza entre industria y arte

La relación entre el arte digital y las empresas tecnológicas ha sido siempre una historia de amor no resuelta, hecha de momentos de súbita pasión, atracción y rechazo. Sin embargo, la industria es la pata imprescindible para que la mesa se aguante. Los centros de arte no proporcionan el apoyo suficiente a los artistas que investigan con los nuevos medios, no sólo por su dificultad a injertarse en el mercado del arte y su escasa rentabilidad, sino también por la falta de equipos técnicos y humanos adecuados a sus necesidades. En cambio las empresas pueden jugar un papel que va más allá de los tradicionales mecanismos de patrocinio, valiéndose del intercambio para introducir innovaciones en sus estructuras laborales y procesos de producción.

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Lo demuestra Disonancias, un proyecto impulsado por diez empresas del País Vasco, que han abierto sus laboratorios de I+D a otros tanto artistas (15, porque la mitad de ellos trabaja en pareja, de los que nueve son mujeres) elegidos a través de una convocatoria internacional, en la que se presentaron 270 creadores. Mientras que en la primera edición de la iniciativa, bautizada Divergencias, los artistas crearon una obra a partir de materiales y tecnologías desarrolladas por las empresas que les acogían, en este caso los resultados serán de más alcance.

En el Centro Tecnológico Leia de Vitoria, la rusa Olga Kisseleva, pionera en la construcción de realidades paralelas, se enfrenta al desarrollo de entornos laborales alternativos, que puedan integrar personas con discapacidades y ofrezcan las mismas prestaciones a todos los usuarios, independientemente de su edad, sexo y capacidades. Se basa en la voluntad de poner las herramientas tecnológicas al servicio de la ciudadanía.

El colectivo sueco Aeswad, formado por David Cuartielles, Björn Wahlström y Maria Lindblom, estudia mecanismos para la evacuación segura y multisensorial de un edificio, con la empresa de sistemas de alumbrados de emergencia Daisalux.

Formica y Kaiku

El mobiliario urbano protagoniza los proyectos de la canadiense Stephanie Davidson en la empresa Alfa Arte, de la india Kadambari Baxi y la estadounidense Maureen Connor en Formica; y de los vascos Oihana Lasuen y Gorka Litago, quienes buscan nuevas aplicaciones creativas para el plástico reciclado en la Fundación Gaiker.

Los campos de investigación son muy dispares. La italiana Federica Matelli y el diseñador de sistemas interactivos alemán Elmar Trefz, idean nuevos conceptos de presentación de productos para la corporación alimentaria Kaiku; el portugués Paulo Correa da Silva trabaja en la reconstrucción virtual del patrimonio arqueológico e histórico en el centro de investigación VicomTech; y la irlandesa Saoirse Higgins elabora formas inéditas de transmisión de contenidos audiovisuales e interactivos en Euve, un centro especializado en hidrometeorología.

Los principales medios de comunicación del País Vasco se han querido apuntar al experimento. Itxaso Díaz prepara un documental que recoge la memoria de Disonancias, con el apoyo del grupo de radio y televisión EITB. En el periódico El Correo, la española Alejandra Pérez Núñez y el francés Yves Degoyon, utilizan programas open source, para establecer nuevas conexiones entre los medios del grupo y fomentar su proyección exterior.

La colaboración durará seis meses; en marzo se darán a conocer los resultados y en mayo se presentará una memoria multimedia de la iniciativa.

DISONANCIAS: www.disonancias.com

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