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Columna
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Impostura

Rosa Montero

Una pregunta inocente: los responsables españoles de la Campaña del Milenio de la ONU que encargaron a una agencia de publicidad el famoso vídeo del robo del sillón de Zapatero, ¿creen de verdad que con esa bobada, que además probablemente les ha costado la hijuela, han conseguido convencer o conmover a muchas personas en pro de los objetivos del Milenio? Personalmente, creo que ni siquiera han logrado informar bien a la gente sobre la campaña (que pretende erradicar la pobreza extrema del mundo para el 2015), porque el acento del revuelo ha estado puesto en la falsedad del vídeo, en su aroma a farsa publicitaria, y ese fingimiento lo ha manchado todo. Cuando estalló el escándalo, los responsables se apresuraron a declarar que todo era mentira y que no se llevaron el sillón de verdad, como si con eso se arreglara el asunto. Cuando es justamente la consagración de la falsificación lo que más les daña, porque resta credibilidad a su propuesta. A mí me gusta mucho la publicidad: creo que es un lenguaje post-industrial y urbano muy interesante. Pero también es un lenguaje superficial, mentiroso y más bien pijo, y me temo que a esos perfectos vendedores de humo que son los publicitarios no se les suele dar bien tratar con verdades tan colosalmente sólidas como el hambre del mundo.

Ya se sabe que hoy, si no sales en los medios, simplemente no existes. La dictadura de la imagen es tan fuerte que para poder luchar por cualquier causa, por esencial y justa que sea, es necesario buscar vías publicitarias para hacerla visible. Es un viejo y aún no resuelto debate entre los activistas sociales: que una chica se desnude en una reunión de jefes de Estado ¿sirve para concienciar a la gente sobre los derechos de los animales, o convierte el tema en una bufonada? Sacar un reportaje en una revista femenina en el que famosas repintadas y vestidas de diseñadores hablan de sus oenegés preferidas, ¿sirve para luchar contra el sida en África o frivoliza esta tragedia? No tengo la respuesta para todos los casos, pero sé que vivimos en una sociedad que es la apoteosis de la impostura. Por favor, no convirtamos el dolor y la injusticia del mundo en un fingimiento más de este circo mediático.

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