Museos de arte contemporáneo
La Terremoto de Alcorcón no es, desde luego, la más excelsa representante de la cultura contemporánea española. Pero el señor Julio Llamazares aprovecha un error de la programación del Musac para hacer demagogia a costa del arte contemporáneo y armar una enésima y facilona enmienda a su totalidad [Arte contemporáneo, publicado el jueves 5 de octubre]. Es falso, como afirma con melodramatismo innecesario, que falten hospitales allí donde sobran centros de arte; y no es, como dice, España el país europeo con mayor número (ahí está Alemania, con una política artística descentralizada y ejemplar). Roza el exabrupto al relacionar el deterioro de las catedrales castellanas con el desvío presupuestario al arte actual (uno piensa, más bien, que procedería pedir cuentas de su mal estado a su riquísima propietaria, la Iglesia católica).
Entre líneas, el señor Llamazares deja ver cuál es a sus ojos el verdadero problema: no entiende ni le gusta el arte contemporáneo, y no se fía de sus artistas, sus teóricos o sus comisarios. Está de enhorabuena, porque encontrará en este país mucha gente de su opinión con la que podrá hacer piña, palmearse indefinidamente la espalda y abstenerse de realizar un esfuerzo serio y atento para comprender mejor el asunto (el mismo que sin duda desea por parte de los lectores de literatura contemporánea).- Javier Montes. Crítico de arte. Madrid.
Felicito a Julio Llamazares por su artículo sobre los museos de arte contemporáneo con la única salvedad de puntualizar que sólo cita a ciudades y autonomías.
Esa plaga de los museos está muy arraigada en pequeños pueblos. Por citar uno, señalaré mi pueblo natal, Santa Cruz de la Zarza, en Toledo, en donde aún se carece del reclamado centro de salud idóneo, de dotación de policía municipal, y una larga lista de servicios y dotaciones; y en un pueblo en el que una pequeña asociación dispone de un museo etnológico, pero su sede es una casa alquilada, pues nunca se ha tenido local municipal y la ayuda del Consistorio ha brillado por su ausencia, argumentada disparidad de criterios con los que desde hace más de diez años están recuperando el patrimonio histórico local.
Un moderno museo vanguardista, sito a tan sólo 20 metros de un edificio emblemático y artístico como es una de sus iglesias declarada conjunto histórico-artístico. Un museo de hormigón armado, modernista y con un presupuesto cercano a los 3,5 millones de euros.
Curiosamente y sin estar terminado, este edificio ya es conocido en el pueblo como El Mamotreto. Parece que será destinado a un museo de la música y otras actividades.
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