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Reportaje:

Aquí no se admiten bodas gays

Un restaurante de Chamberí vinculado a la Fundación Operística de Navarra se niega a celebrar un enlace homosexual

Daniel Verdú

Imagine que usted, coleccionista de sellos de toda la vida, decide casarse. Lo anuncia a su entorno, hace su pequeña lista de invitados y pide un presupuesto para el convite. Algo pequeño, íntimo. En el restaurante no ponen ninguna traba y quedan en mandarle el presupuesto. Pasan los días y se acerca la boda, pero no recibe noticias. Usted les llama en varias ocasiones interesándose por la situación, pero las excusas se suceden una tras otra. Harto ya, decide plantarse en el restaurante: "El lunes le decimos algo", le prometen. Y ese día le llaman y le dicen que lo sienten, pero que en ese restaurante -y ahí usted ya se lo ve venir- no celebran bodas de gente que, en su vida privada, es aficionada a los sellos.

"Me dijeron que esperaban que no me ofendiera", recuerda Álvaro García
"Es extraño que un lugar relacionado con la ópera actúe así", dice uno de los novios
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Álvaro García, de 47 años, es gay y amante de la música; aunque ambas cosas pertenecen al ámbito de su intimidad. El próximo 19 de octubre se casa con el hombre con el que lleva conviviendo 12 años, así que pensó que en la celebración de su boda podría regalar a los invitados pequeños fragmentos de ópera. El pasado 15 de septiembre se dirigieron al restaurante Favorita, un palacete situado en el número 2 de la calle de Covarrubias, en Chamberí. El local está vinculado a la Fundación Operística de Navarra y tiene el encanto de que los camareros, que son estudiantes de ópera, interpretan pedazos de algunas obras mientras sirven la comida. Los novios pidieron presupuesto, y "tras ser tratados amable y educadamente", quedaron en recibir noticias en pocos días. El final de la historia ya se lo imagina: "Lo siento, en la fundación ha habido ciertas discrepancias y preferiríamos que celebrase su boda en otro sitio".

"Me dijeron que esperaban que no me ofendiera", recuerda Álvaro García en el despacho de la asesoría fiscal que dirige. Todavía no da crédito de que el restaurante haya podido vetar la celebración sólo por tratarse de dos personas del mismo sexo. "Mientras con todo tipo de preámbulos intentaban decirme que no querían que celebráramos la boda ahí, yo pensaba que eso no podía estar sucediendo. Como si nuestro amor fuera de segunda clase o algo así. Supongo que debe haber muchos negros en Suráfrica que se sintieron así", relata.

En la Fundación Operística de Navarra, en cuya web se hace referencia a los orígenes cristianos que la inspiran, aseguran que siempre han tratado bien a sus clientes homosexuales y que no tienen ningún problema con este tema. Pero cuando se les pregunta sobre el trato dispensado a esta pareja en cuestión, rehúsan hacer ningún comentario. "No vamos a hablar sobre ese tema", dice un portavoz de la fundación.

"Nos parece muy extraño que un lugar tan relacionado con el arte y la música pueda actuar así, sin ningún tapujo ni excusa", comenta extrañado Álvaro. Su novio y él escribieron una carta de denuncia al Defensor del Pueblo y varias cartas a la prensa. "Sé que con esto renuncio a mi intimidad... Preferiría que la gente me conociera por mi trabajo y no por este tipo de historias. Yo no soy militante ni quiero hacer apología de nada, pero me parece que esto es un atentado contra los derechos fundamentales", añade. La pareja ya ha encontrado otro lugar para celebrar su enlace. Al convite acudirán unas 50 personas. "Es curioso, porque íbamos a ser los dos únicos gays de la celebración", desvela el novio con una sonrisa.

Álvaro nunca había sufrido una experiencia de este tipo. "Supongo que tampoco debe ser muy habitual que pase esto. En el lugar que hemos elegido finalmente para celebrar la boda no nos han puesto ningún problema", revela. "Estamos en un período de cambio. Supongo que dentro de 30 años miraremos atrás y estas cosas nos parecerán una brutalidad", reflexiona tratando de liberarse de cualquier resentimiento. Y eso que a Álvaro nunca le dio por coleccionar sellos.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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