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Columna
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¿Se acabó el 'boom' de las materias primas?

Ángel Ubide

Los recientes problemas del hedge fund Amaranth Advisors -que cerró tras perder casi 6.000 millones de dólares en las tres primeras semanas de septiembre, más del 60% de su capital, a raíz de la fuerte caída de los precios del gas natural- deberían servir como aviso a los numerosos inversores que en los últimos años han aumentado de manera agresiva su participación en los mercados de materias primas. Espoleada por la escasa rentabilidad de los mercados bursátiles y los bajos tipos de interés, la demanda ha sido uno de los elementos que han contribuido a la rápida inflación de materias primas que hemos observado en los últimos años.

Esta inflación ha sido generalizada, como muestra el índice de materias primas de Goldman Sachs, que incluye 24 apartados abarcando productos energéticos, agrícolas, ganaderos y metales preciosos, y cuyo precio se ha triplicado en cinco años. Pero no se ha debido sólo a la actividad inversora, sino que refleja la compleja interacción de una serie de factores.

Las materias primas presentan una oferta altamente rígida en el corto plazo -las minas de oro, los yacimientos de petróleo, o las plantaciones de cacao no se crean de la noche a la mañana-, que las hace altamente vulnerables a variaciones repentinas de la demanda. Además, en el caso del petróleo, sobre todo, los factores geopolíticos han jugado un papel esencial en la reducción de la oferta efectiva disponible en los mercados y han aumentado la prima de riesgo. Y los bajos precios experimentados durante varias décadas -no olvidemos que el precio medio del petróleo en los años noventa rondaba los 20 dólares- habían desincentivado la inversión en capacidad e infraestructuras (como demostró los problemas de refino creados por el huracán Katrina el año pasado).

Ante estas rigideces de oferta, la demanda se ha acelerado por varios motivos. Por un lado el rápido crecimiento económico, la economía mundial ha gozado de un periodo de crecimiento sin igual en los últimos cinco años, con una media cercana al 5%. Además, este crecimiento ha sido intensivo en materias primas, ya que ha tenido una fuerte contribución de los países emergentes -sobre todo China- donde la demanda de materias primas para la manufactura es intensa. La tensión geopolítica no sólo ha reducido la oferta, sino que ha contribuido a generar demanda por la precaución: varios países, por ejemplo, han comenzado a acumular reservas estratégicas de crudo y de otras materias primas.

Finalmente, la demanda generada por la inversión, como hemos apuntado arriba, se ha disparado, abarcando todo tipo de productos. Esta demanda es importante no sólo por su dimensión absoluta, sino respecto a la estrechez de los mercados, sobre todo a futuro. En algunos momentos, la demanda como inversión capturaba más de la mitad de la liquidez disponible en los mercados a futuro de la mayoría de estas materias primas.

En este contexto no es difícil explicar la aceleración continua de la inflación de materias primas en los últimos años, que en ciertos momentos se ha visto autoalimentada, es decir, a mayor aumento de precios más demanda inversora que generaba más aumentos de precios, con una dinámica cercana a una burbuja especulativa.

¿Qué ha sucedido en el último mes, para romper esta tendencia? La respuesta es que dos de los elementos principales citados anteriormente han cambiado de signo. Por un lado, la tensión geopolítica se ha reducido notoriamente con el alto el fuego en Líbano y, sobre todo, el inicio de conversaciones entre Irán y el mundo occidental sobre el proceso nuclear, reduciendo la prima de riesgo. Por otro lado, la creciente incertidumbre sobre el panorama económico mundial ha introducido, por primera vez en mucho tiempo, el riesgo a la baja de los precios de materias primas. Ante esta incertidumbre, y tras varios años de aumentos ininterrumpidos, la corrección no se ha hecho esperar, y ha sido rápida y agresiva, casi un 20% en un mes.

La corrección llega en el mejor momento para los bancos centrales, ya que aliviará las tensiones inflacionistas cuando el margen de maniobra es muy limitado y proporcionará un impulso de demanda al consumidor americano justo cuando el mercado inmobiliario está en caída libre. Y los inversores aprenderán que las materias primas son una inversión volátil y arriesgada.

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