Narros: "Yo adoraba a mis maestros". Gómez: "Yo no"
El director Miguel Narros y la actriz Marta Gómez, dos generaciones de la Escuela de Arte Dramático, dialogan sobre sus años de formación
La Real Escuela de Arte Dramático (Resad) se creó hace 175 años en Madrid. Hoy es la institución formativa de actores y directores más antigua de Europa. En ese tiempo ha tenido varios nombres y sedes, pero siempre ha sido génesis de grandes hombres y mujeres de la escena y la cinematografía. Dos de sus titulados charlan sobre lo que les ha supuesto formarse en la Resad. Un famoso y prestigiado: Miguel Narros, de 77 años, que entró en 1945 en el entonces llamado Conservatorio de Música y Declamación, del que posteriormente sería profesor durante los años ochenta. Otra, Marta Gómez, nacida en 1980 y licenciada este año. Ella responde al prototipo actual de alumno: le interesa la interpretación, la danza, la escenografía y quiere aprender todo tipo de disciplinas.
El encuentro se produce en el domicilio de Narros, un piso en el que rezuman obras pictóricas de maestros contemporáneos y excepcionales figurines realizados por el propio director.
Narros se ríe abiertamente cuando se le pregunta si ha cambiado algo en el mundo de la interpretación, al margen de que hoy ha mejorado la ratio profesor-alumno que ahora es de un profesor por cada tres o cuatro alumnos. Pero el director habla de otros aspectos. "Antes se jugaba con el melodrama. Ese elemento se ha transformado hoy en la tragedia del ser humano, algo que iniciaron Chejov y Pirandello..., incluso en esa tragedia abstracta, casi fotográfica de Lorca", dice este hombre, que aprendió el método Stanivslasky cuando lo trajo a España William Leyton.
"Pero el actor tiene que utilizar el método como sistema de autodefensa, porque no hay ninguna forma de saber interpretar, siempre será la que pidan los directores", dice Narros, quien afirma que el método es peligroso si el actor no está bien psicológicamente, algo que Marta amplía a la profesión actoral: "Frente al mito de que el actor debe estar loco por naturaleza, yo pienso que debe estar muy cuerdo y con la cabeza muy bien amueblada".
Narros mira con interés a la actriz y le dice: "Como que la creación es una forma de entrar en la locura. Eso lo saben muy bien los actores americanos, que van tres días a la escuela y uno al psiquiatra", y añade: "En nuestro oficio hay quien pretende resolver problemas personales como la timidez o buscar cómo encajar en un mundo con el que no se está de acuerdo".
Se le recuerda que él es un tímido enfermizo y que tuvo que vivir muchos años en un régimen dictatorial, siendo de izquierdas y llevando una vida privada que tenía que ocultar. "Efectivamente, quizá soy un prototipo, pero habría que encontrar un método para que no siguieran en el oficio los que no valen", asegura. Aprovecha el tema y le cuenta a Marta cómo en Francia, no hace tanto, los actores tenían un carné para audiciones y una vez superaban un número determinado sin que les escogieran, se les invitaba a que se buscaran otro oficio.
Marta recuerda que ahora no es así. Que en la escuela hay muchos filtros, como el examen de ingreso. Y hablan de los profesores y Narros recuerda su etapa: "El primer año los alumnos son maravillosos, receptivos; el segundo ya te dan a entender que saben tanto como tú y el tercero son insoportables", dice divertido y Marta, aún con la carcajada en la boca, le espeta: "Los profesores en cambio el primer año te están testando, pero en el segundo y el tercero empiezan las preferencias..., pero la verdad es que si trabajas y eres constante lo cierto es que los profesores están ahí".
Miguel Narros tuvo como maestros a algunos de los grandes del siglo pasado, como Carmen Seco, quien le empujó a trabajar de figurante en el Teatro Nacional y así entró en contacto con Luis Escobar y lo más granado de la profesión escénica.
"La escuela me sirvió mucho, yo entonces tenía ganas de meterme en el teatro, pero no sabía qué tenía que hacer, sólo intuía cosas y la escuela me proporcionó la técnica, tan diferente de la que hay ahora", señala Narros, quien durante años fue actor, pero con el tiempo devino en un excepcional director.
Hoy recuerda sus lecturas interpretativas, sus clases con Fernando Fernández de Córdoba (el actor que leyó el último parte franquista de la Guerra Civil) o el gran Ricardo Calvo. Cómo paliaban la situación política montando a Benavente, "pero poníamos obra del autor de Los intereses creados, y a Lorca nos lo pasábamos con textos manuscritos por lo bajini", recuerda Narros.
Inicios profesionales bien distintos de los de Marta, que estudió danza y virtuosismo, pero su cabeza le pedía aprender otras cosas: "Quería saber más, incorporar intenciones y emociones, pero lo cierto es que entré sin saber que el teatro iba a ser tan importante".
Narros, que tantas veces recurre a la danza en sus montajes, y Marta se apasionan hablando de las diferencias que hay a la hora de crear un personaje para interpretarlo bailando o hablando. "Me interesaba el movimiento físico y en danza todo está muy cerrado, quería buscar a través del cuerpo y pensé que la escuela me ayudaría, y así ha sido", dice Marta, quien también estudia acrobacia y realiza coreografías para diferentes montajes.
"En mi época, mis maestros hacían especial hincapié en que repitiéramos una y mil veces lo que nos enseñaban, pero lo fundamental es que aprendí a comprender y amar el teatro, algo que sirve para toda la vida porque el lenguaje y la manera de lanzarlo varían en la forma, pero no en la intención", sostiene el director.
También discuten sobre la división que hay en la Resad para estudiar interpretación (textual y gestual). Marta y él están de acuerdo en que no habría que separar nada ya que, apuntan, coincidentes en la necesidad de que actores, pintores, bailarines..., todos, partan de una sólida y rigurosa técnica.
Marta sigue el discurso: "Leer y escuchar a tus maestros te ayuda a ser no sólo intérprete, sino persona, a conocer mejor el mundo en el que vives y sobre todo a conocerse uno mismo" y añade Narros: "Yo adoraba a mis maestros". Pero Marta no salva a todos: "Los hay que van a la escuela como si fuera el ministerio y otros con gran experiencia, pero que no saben transmitir". Narros la interrumpe y le suelta: "¡Yo!, ¡yo!, yo soy muy malo, hablo del método pero no soy nada metódico".
Y entonces aparece el peloteo: "Sí, sí, pero hay que ver como transmites", le dice Marta arrobada al director quien, al igual que ella, defiende por encima de todo la formación y la escuela: "De lo contrario sólo puedes ser un autodidacta, y ese sólo sabe representarse a sí mismo", concluye Narros, y escucha cómo Marta Gómez le dice que la Resad es un gran inicio para acercarse al teatro. "Pero luego hay que recorrer el camino solo".
La escuela más antigua de Europa
Desde hace muy poco, tan sólo unas décadas, se ha dejado de llamar cómicos a toda la profesión actoral, hicieran los intérpretes comedia o dramones. Hace 175 años no podían tener ni siquiera el tratamiento de don. Lo consiguieron cuando se fundó en 1831 en la calle de Isabel la Católica la Escuela de Declamación Española, hoy llamada Real Escuela de Arte Dramático (Resad), la más antigua de Europa en sus características con enseñanza reglada, título equivalente a licenciado y en la que se impartirán cursos de postgrado en 2008. Hoy, según fuentes de la escuela, la formación de un alumno resulta la más cara de España, porque hay un profesor por cada cuatro alumnos.
La Resad celebra este aniversario con novedades, entre las que destacan la creación de dos elencos: la Compañía Siglo de Oro, cuyas características se darán a conocer antes de finales de año y otra dedicada al teatro contemporáneo. También se convocará un concurso internacional para ampliar la Resad en un solar anexo a la actual escuela de 16.500 metros en el que habrá un centro de documentación, salas de nuevas tecnologías y un corral de comedias en el que llevar a cabo representaciones. Tanto el consejero de cultura de la Comunidad, Santiago Fisas, como el director de la Resad, Ignacio Amestoy, confesaron que hay varios aspectos que se inspirarán en la institución de la Royal Shakespeare Company.
El inicio de las celebraciones comenzó ayer en el Círculo de Bellas Artes con una conferencia del académico y catedrático de la Resad Francisco Nieva y la inauguración de la exposición Maestros del Teatro en la que su comisario, Ángel Martínez Roger, hace un recorrido por la historia de la enseñanza teatral en España, desde la Ilustración hasta la actualidad, a través de paneles y obra gráfica y pictórica procedente de importantes museos. Además, la muestra ofrece un audiovisual con material gráfico que abarca casi todo el pasado siglo.
Otra actividad conmemorativa será la representación de El arrogante español, magistral obra de Lope de Vega que dirigirá Guillermo Heras y se estrenará el 19 de octubre coincidiendo con la apertura del nuevo curso, así como la organización de actividades y exposiciones en la sede de la escuela. Heras también fue alumno de la Resad, así como José María Pou, Berta Riaza, Blanca Portillo o Carmelo Gómez. Igual que otros grandes, como Julián Romea o Antonio Vico.
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