_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El fuero y el huevo

Tras más de 30 años desde la muerte de Franco y después de más de un cuarto de siglo de ejercicio pleno de la autonomía felizmente recuperada, el discurso político predominante en Cataluña sigue siendo prácticamente el mismo. Como ya escribí algunos años atrás en estas mismas páginas, recordando el título de una novela de Juan Marsé, seguimos "encerrados con un solo juguete". La política catalana sigue empeñada en el eterno y cansino discurso identitario, el repetitivo discurso sobre las esencias patrias. Mientras, los problemas reales de la ciudadanía, los asuntos que ocupan y preocupan a la inmensa mayoría de quienes vivimos en Cataluña, siguen sin resolverse.

No obstante, parece que algo comienza a moverse en nuestro mundo político. Por suerte, tras estos tres últimos tres años de permanente y obsesivo debate estatutario, y ya con el nuevo Estatuto plenamente vigente, todo apunta a que durante las próximas semanas, como mínimo hasta la decisiva cita electoral del 1-N y previsiblemente también después, la discusión política se centrará mucho más en el huevo que en el fuero, a diferencia de lo que ha venido sucediendo durante tantos años.

En el próximo ciclo electoral el PSC se juega su permanencia y su estrategia de futuro

Aunque muchos comentaristas políticos siguen refiriéndose al relevo de Pasqual Maragall por José Montilla como candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, y en menor medida también al de Joan Clos por Jordi Hereu como alcalde de Barcelona, como si se tratase de un simple cambio táctico de orientación en la cúpula del socialismo catalán, pienso que se trata de algo mucho más trascendental. Tengo para mí que estos relevos, al igual que otros muchos que se han producido y van a producirse en buen número de municipios catalanes, representan por encima de todo un cambio generacional que viene a completar un proceso de renovación del discurso catalanista del PSC.

Recuperando las conocidas palabras de Pasqual Maragall -"Barcelona es la gente, Cataluña es la gente" y "lo que es bueno para Barcelona es bueno para Cataluña, y lo que es bueno para Cataluña es bueno para España"-, tanto José Montilla como Jordi Hereu, al igual que otros nuevos representantes institucionales del socialismo catalán, expresan de forma cabal esta renovación. Cada uno de ellos desde su propia biografía personal y política, cada uno desde sus propias raíces, expresan el deseo, que es ampliamente mayoritario en el seno de la sociedad catalana, de pasar del fatigoso y estéril debate identitario a la política de las personas. De ahí, sin duda, que José Montilla haga bandera pública de que "ahora es la hora de los catalanes".

La dirección del PSC, al igual que su representación institucional, ha estado siempre en manos de unas generaciones procedentes del antifranquismo, protagonistas decisivos tanto de la transición como de la recuperación de la democracia y la autonomía. A diferencia de CiU, con un Jordi Pujol siempre omnipresente y todopoderoso -y a diferencia también del resto de los partidos catalanes, que han vivido importantes cambios en sus cúpulas directivas durante estos últimos lustros-, la dirección del PSC ha sido mucho más diversa y plural, pero no por ello ha sido menos compacta, con personalidades tan relevantes como Joan Reventós, Raimon Obiols, Narcís Serra y Pasqual Maragall, entre muchos otros significados exponentes. El actual relevo generacional representa, por consiguiente, el cierre de un ciclo político y el inicio de una nueva etapa, con todo lo que esto tiene de riesgo pero también con todo cuanto esto tiene de gran oportunidad.

En el próximo ciclo electoral -tras las autonómicas del 1-N vendrán las municipales del próximo mes de mayo, y luego las legislativas- el PSC se juega mucho. Se juega no sólo su permanencia al frente de la Generalitat y de casi todos los grandes municipios catalanes, sino su estrategia de futuro, tanto a corto como a medio plazo. Pero lo que se juega el PSC es poco importante si se compara con lo que nos jugamos los ciudadanos de Cataluña, que deberemos optar entre seguir como durante tantos años, "encerrados con un solo juguete", o pasar de una vez a enfrentarnos con nuestros problemas reales.

Jordi García-Soler es periodista.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_