Sastres de temporada en Razzmatazz
En día de conciertos, en las cercanías de la sala Razzmatazz de Barcelona hay indicios que indican si lo que allí ocurre es importante o no. El primero está en relación con los metros de vallado que protegen al público del tráfico y el segundo, con el tamaño de los camiones estacionados frente al local. Largas eran unas y otros en la noche del pasado jueves, en la que cinco minutos antes del inicio del concierto no había nadie en la calle. Combinando calle vacía con longitud de vallado y tamaño de camión se puede inferir que el concierto es un éxito, pues todo el público, ansioso, ya está en el interior.
Así ocurrió con The Rapture, banda estadounidense que ofreció en Barcelona su único concierto en España. A fin de aumentar la sensación de lleno, la sala limitó su aforo con cortinas y el cuarteto de San Francisco afincado en Nueva York pudo ver cómo es el éxito en Razzmatazz. También comprobó lo poco fiable que resulta la tecnología, pues en su primera pieza, I need your love", el ordenador falló y el tema tuvo que ser interrumpido, dejando en evidencia a un grupo de chavalotes simpáticos que, sin embargo, no saben improvisar cuando lo imprevisto se adueña de la escena. Solventado el problema el concierto comenzó titubeante.
En un mundo veloz las soluciones han de ser fulminantes, y a la cuarta pieza la banda ya tenía el pulso tomado al concierto. A la séptima cabalgaban sobre la voluntad del público y a la decimoprimera ya habían acabado. Por medio un repertorio salpimentado de sus tres discos, ritmos reiterativos de batería cuadrada, una voz robada al cruce entre David Byrne y Robert Smith, acordes sencillos de guitarra y arquitectura de bajo para servir un menú a base de rock, funk, algo de punk y un fino instinto melódico que apunta al pop, el grupo impuso su personalidad sin esfuerzo. Puesto en nombres, los suyo sería una especie de mezcla entre A Certain Ratio y PIL, entre la estridencia vocal, la robustez de un ritmo austero y la intención, no siempre conseguida, de enmarañar al público en una secuencia hipnótica. Lo consiguieron a medias, pero triunfaron por completo. El baile teñido con rock se lleva esta temporada, y The Rapture son uno de sus sastres más cualificados.
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