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Columna
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El falo

Manuel Rivas

Érase una vez una empresa pública... Para mí Endesa no es una abstracción bursátil, una prolífica máquina que tintinea con jolgorio reclamos luminosos y eléctricos en la cumbre del casino. Al contrario. Siempre, desde que sé que existe, la identifiqué con una chimenea. Con el llamado, en gallego, o máis grande carallo de Europa. Así era conocida la salida de humos de la central térmica de As Pontes, núcleo de la riqueza de la empresa, en un altiplano próximo a Ferrol. No se trata de una exageración chovinista, teniendo tantas cosas de las que presumir. En efecto, es el más formidable falo industrial de Europa. En las imágenes por satélite puede verse que la poderosa estela de sus emisiones alcanza nada más y nada menos que los cielos de la Gran Bretaña.

Tengo un recuerdo brumoso de aquellos campos bravos, una especie de highlands, antes de que se abriese la explotación de la enorme balsa de lignitos que atesoraban. Luego surgió el enorme cráter, la factoría térmica y el empalme del extraordinario falo. Ya quisiera el Springfield de Los Simpson semejante envergadura.

Era la joya de la corona, la más rentable, de la empresa pública española. Al falo en construcción un día se subió, se alzó, habría que decir, un indómito sindicalista de origen navarro llamado Muruzábal. Ése es otro recuerdo. El de un eremita rojo allá en lo alto, solo con su causa, en huelga de hambre. ¿Tendrá memoria la chimenea? ¿Recordará ella a aquel luchador encaramado en el vértigo que a finales del siglo XX denunciaba las plagas de la precariedad y la siniestralidad laboral? Una de las primeras medidas del Gobierno presidido por José María Aznar fue privatizar ese glorioso nardo energético por el sistema de un curioso liberalismo de corte feudal. Ahora todos los ricos pujan por este sex symbol industrial, mientras el público observa sonrojado o alborozado el tintineo de este energético orgasmo. Es nuestra obligación anotar que muy cerca de As Pontes, a la sombra del potente falo, hoy alimentado por carbones de importación, que llegan en cargueros, hay aldeas donde falla el suministro eléctrico. Viva el mercado. Viva el mayor carajo de Europa.

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