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Militares británicos defienden la retirada de Irak para concentrarse en Afganistán

Crecen las tensiones en el Ejército del Reino Unido, obligado a combatir en dos frentes

La necesidad de luchar al mismo tiempo en Irak y en Afganistán está creando tensiones en el Ejército británico. A las tradicionales quejas por la falta de medios debido a los recortes presupuestarios se han sumado ahora las discrepancias en el Ejército y en el Ministerio de Defensa entre quienes creen que hay que retirarse de Irak cuanto antes para reforzar el frente afgano y quienes siguen defendiendo la importancia de estar en Irak. El estrés de las tropas británicas en Afganistán ha llegado a provocar enfrentamientos entre el Ejército de Tierra y las Fuerzas Aéreas (RAF).

La RAF lanzó bombas de fósforo cerca de las tropas británicas, según un mando paracaidista

Las tensiones han ido en aumento a medida que ha crecido el número de bajas mortales en Afganistán, que alcanzan ya la cifra de 27 soldados británicos muertos desde que se inició el despliegue de nuevas tropas en julio pasado. Según el diario The Guardian, los jefes militares británicos están "perdiendo la paciencia" por la lentitud con que Irak está reconstruyendo sus fuerzas armadas y de seguridad y algunos han llegado ya a la conclusión de que la persistente violencia e inseguridad ya no es un obstáculo para que las tropas británicas puedan abandonar ese país. Un reconocimiento implícito de que no esperan que las cosas mejoren en los próximos meses.

Según el diario británico, hay un debate en el seno del Ministerio de Defensa sobre la conveniencia de abandonar Irak cuanto antes para reforzar el frente afgano, pero la presión política de Estados Unidos está dificultando que se imponga el segundo criterio. Aunque los debates sobre las estrecheces presupuestarias son habituales en el Ejército británico, es excepcional que lo que se ponga en cuestión sea la necesidad de un despliegue militar en el exterior.

El debate se ha exacerbado por las inesperadas dificultades que afrontan los 5.000 soldados británicos en la provincia de Helmand, al sur de Afganistán. Al mismo tiempo, la deteriorada situación en Irak ha impedido que se cumplieran los planes -"más bien deseos", según puntualizaciones del nuevo jefe del Estado Mayor del Ejército británico, el general sir Richard Dannatt- de hace un año de que a estas alturas se hubieran retirado ya la mitad de los 7.200 soldados que aún están desplegados en el sur de Irak.

La falta de medios en Afganistán ha provocado tensiones entre la Fuerza Área y el Ejército de Tierra. Un correo electrónico divulgado días atrás por la cadena de televisión Sky puso de relieve esas tensiones. Se trata de una amarga recriminación del comandante James Loden, del tercer batallón del regimiento de paracaidistas desplegado en Afganistán. Loden llama "absolutamente inútiles" a sus compañeros de la RAF y se queja de que en una ocasión se lanzaron bombas de fósforo cerca de las tropas británicas y de que a menudo hacen caer los envíos de avituallamiento en zonas controladas por los talibanes.

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A las denuncias del comandante Loden han seguido comentarios de apoyo o de reprobación que reflejan la tensión y el estrés de las tropas sobre el terreno, cada vez más desmolarizadas.

El ministro de Defensa, Des Browne, ha admitido que la "tenacidad" de los talibanes les ha sorprendido y ha hecho un llamamiento a los países de la OTAN para que aporten más tropas. El ministro ha enfatizado la importancia que el Gobierno da a la intervención en Afganistán. Aunque ha cifrado en tan solo un millar los talibanes que se enfrentan a sus tropas, el número de combatientes aumenta por la contratación de mercenarios al servicio de los señores de la droga que operan en la zona, con el riesgo de que su implicación en los combates se incremente en la medida en que sufran bajas y que el dinero deje de ser el único incentivo para combatir.

Su colega Jack Straw, ahora ministro de relaciones con el Parlamento, pero jefe del Foreign Office cuando el Reino Unido se sumó a la iniciativa de Estados Unidos de invadir Irak, admitió en un programa de la BBC que la situación en Irak "es espantosa" y que se cometieron "errores" tras la invasión. "La actual situación es espantosa", dijo en un debate el jueves por la noche.

"Creo que se cometieron muchos errores tras la acción militar, no hay duda de eso, a cargo de la Administración de Estados Unidos. ¿Por qué? Porque no siguieron el liderazgo del secretario de Estado, Colin Powell", se respondió a sí mismo.

Straw aseguró que ya en el pasado había emitido críticas sobre la manera en que se gestionó la posguerra de Irak. Ayer, aunque defendió que la invasión fue legal y tenía la cobertura de Naciones Unidas -algo que le discutieron sus contertulios y el público que asistía al debate- el ex jefe del Foreign Office realizó esta enigmática afirmación: "Había gente en la Administración de Estados Unidos que quería invadir Irak a toda costa, pero no creo que el presidente George W. Bush fuera uno de ellos".

Un soldado iraquí monta guardia en un puesto de control ayer en Bagdad.
Un soldado iraquí monta guardia en un puesto de control ayer en Bagdad.REUTERS

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