La huelga se fraguó tras las cinco muertes de Poblenou
La muerte de cinco trabajadores en el barrio del Poblenou, el pasado 27 de julio, fue la gota que colmó el vaso. Los españoles Isaac Casero Falcó y Francisco Javier Cortal Vega, y los paquistaníes Amjad Alí, Imtaz Ahmed y Abdul Qadeer realizaban una galería de instalaciones eléctricas para un edificio de oficinas que la constructora Habitat está levantando en la calle de los Almogàvers, en Barcelona. A primera hora de la tarde, sin que nadie lo esperara, un muro de cinco metros de altura se les vino encima y la montaña de piedras y arena les asfixió.
El accidente laboral -uno de los más graves ocurridos en Cataluña en los últimos años- suscitó la ira de los sindicatos y la indignación de los obreros de la construcción, un sector con una elevada siniestralidad. Tal fue la repercusión que, a los pocos días, UGT y CC OO decidieron convocar la huelga que ayer paralizó algunas de las grandes obras de Barcelona.
La tragedia de Poblenou es paradigmática en la medida en que describe las deficiencias denunciadas por los sindicatos. Para empezar, la lacra de la subcontratación en cadena. Cuatro de los cinco obreros que fallecieron durante su jornada laboral trabajaban para empresas subcontratadas. Francisco Javier era el único empleado directamente por Habitat. Isaac, un encofrador de 29 años, tenía contrato con Galasa. Pero esa fatídica tarde de julio le enviaron a la calle de los Almogàvers para echar una mano.
Empresa bajo sospecha
Pese a que la muerte de Isaac fue auténtica mala suerte -apenas llevaba media hora en el solar cuando el muro cedió- no se encontraba desamparado: era delegado sindical de Comisiones Obreras y reivindicaba sus derechos laborales. Menos margen de maniobra tuvieron sus tres efímeros compañeros del Punjab paquistaní.
Amjad, Imtaz y Abdul trabajaban para la empresa Brendom Construccion 2004 SL, subcontratada por FSI, que a la sazón había sido subcontratada por Habitat. La firma aparece en el registro mercantil como distribuidora de alimentos y bebidas, y en ningún caso ligada a la construcción. Su sede está en Badalona: es un locutorio. Por si fuera poco, la policía investiga si Amjad y Abdul, que no tenían papeles, trabajaban bajo una identidad distinta a la suya para eludir problemas legales.
Al margen de la subcontratación, las condiciones de seguridad de la obra también están bajo sospecha. El muro junto al que trabajaban los obreros muertos no estaba apuntalado, es decir, no se había reforzado su seguridad pese a que los obreros habían excavado una zanja de canalización en su base. Tal circunstancia fue admitida en su día por Habitat. La empresa alegó que en otras obras, con muros de similares características, no había ocurrido nada. Sin embargo, los trabajadores y los amigos y familiares de las víctimas insisten en denunciar que las medidas de seguridad fueron escasas.
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