La ciudad de los aranceles
Situada entre los valles alaveses de Arrastaria y Aiara, limitando al Sur con la comarca burgalesa de Losa, Orduña resulta un referente imprescindible en la historia del País Vasco. Enclave estratégico privilegiado en las rutas comerciales y sede de la aduana, sus murallas y torres fueron testigos del paso de incontables mercancías, de la misma manera que albergaron litigios y batallas.
Para tener una mirada a vista de pájaro de esta población señera en la historia de las comunicaciones y el comercio vascos sólo hace falta subir al Txarlazo y, desde el mirador de la Virgen de la Antigua, disfrutar del panorama de todo el valle. Eso sí, en un día en que no se produzca el fenómeno meteorológico conocido como el "bollo", una niebla que cae sobre la localidad procedente del valle de Losa. Es éste otro de los atractivos naturales de la ciudad vizcaína, rodeada por aldeas como Delika o Lendoño, que gozan de los encantos que ofrece la Sierra Salbada o Garobel, esa frontera natural con las tierras burgalesas.
El casco histórico de Orduña es el de mayor planta de todas las villas de Vizcaya
La visita a la ciudad vizcaína no viene motivada tanto por el interés de sus dos ferias anuales y sus tres mercados semanales, de asistencia ineludible, sino más por el atractivo de su casco histórico, el de mayor planta de todas las villas vizcaínas, y esa media docena de edificios de calidad arquitectónica reconocida que dan buena fe de la categoría de la ciudad vizcaína, enclavada en territorio alavés..
El 17 de junio de 1284, el señor de Vizcaya, don Lope Díaz de Haro, concedía a Orduña la consideración de mayorazgo vizcaíno, condición que hacía que esta población quedase incorporada a este territorio "para siempre jamás". No era un favor el que hacía Díaz de Haro a los habitantes de la por entonces villa de Orduña. La localidad ya se había significado como jalón de los caminos que discurrían de la meseta al Cantábrico. Hay que tener en cuenta que en los siglos XI y XII el eje comercial estaba situado en el Camino de Santiago (este-oeste), pero la apertura de los puertos cantábricos al comercio con Flandes variará la dirección de ese eje para establecerse en sentido norte-sur.
Doscientos años después, a fines del siglo XV, la afluencia de mercancías a Orduña era ya tan importante que las cuentas de los diezmos, el cobro de los derechos de aduana en la ciudad y las numerosas contingencias y trámites del comercio exigían la presencia en el lugar de un escribano propio de ordenamiento real. Es entonces cuando se realiza la primera reparación de cierta envergadura en el camino de Orduña, por un costo de 222.000 maravedís que se sufragaría con el cobro de medio real a cada caballería que atravesase este camino. Aquél fue el primer peaje en la zona del que se tiene constancia.
En cuanto a la arquitectura, motivo principal de la visita, hay que comenzar con la iglesia de Santa María, uno de los edificios góticos más singulares de Vizcaya y buena muestra de la Orduña medieval: ubicada en un lateral de la ciudad, formaba parte de las murallas defensivas, como se aprecia en algunos elementos de su construcción. Como buen ejemplo del continuo auge de la ciudad destaca la iglesia de la Sagrada Familia, situada en el centro de la ciudad y primera muestra del Barroco en Vizcaya. El origen de este estilo arquitectónico se halla en la iglesia de Il Gesù de Roma, sede principal de la Compañía de Jesús. El templo de Orduña es el primero que fue construido por los jesuitas en Vizcaya a partir del modelo de dicha iglesia romana.
Más popular, y con unos orígenes alejados de la bonanza económica de la ciudad, es el santuario de Nuestra Señora de la Antigua, restaurado en el siglo XVIII, aunque se le considera el primer templo documentado en Vizcaya.
Y, para terminar, la Plaza de Urduña, cuya construcción se remonta a 1536, año del famoso incendio que prácticamente arrasó la localidad. Alrededor de esta plaza se encuentran los palacios Mimenza y Díaz-Pimienta, pero, sobre todo, destacan los edificios del Ayuntamiento, construido en 1771, y de la Aduana, levantado veinte años más tarde y deudor del Neoclasicismo francés más radical.
Visita al balneario en la Aduana
Cómo llegar: Orduña se encuentra en plena N-625, la carretera que une Bilbao con la localidad burgalesa de Miranda de Ebro. Desde Vitoria, el mejor acceso es por la N-622 hasta Altube y desde ahí, por la A-2521 hasta Orduña. Desde San Sebastián hay que llegar por la N-634 o la A-8 hasta la entrada de la capital vizcaína. En Galdakao se toma la N-625 que, tras pasar por Llodio, desemboca en Orduña.
Alojamiento: El casco urbano de Orduña acoge una serie de hostales, como Lupardika (945 383 371) y Amaia (945 383 090). En cuanto a los establecimientos de turismo rural, hay que acudir a otras localidades cercanas: Arteondo en Mendeika (945 396686) Guzurtegi en Maroño (945 399438) o Ugarzabal, en Goiuri (945 437270 y 627 771182).
Comer: La oferta de restaurantes es amplia, desde La Posada (945 383294) hasta el Harresi (945 384418), sin olvidar Marichu (945 383364), Llarena (945 383125) o Hiria (945 384879).
Actividades: En uno de los edificios emblemáticos de la plaza de Orduña, la Aduana, se ha abierto un balneario que se surte del manantial de La Muera Arbieto. Sus aguas son salinas, frías, cloradas, sódicas, sulfatadas y ferruginosas, ricas en ácido carbónico, manganeso y gases nitrogenados y abundantes en materias orgánicas. Están indicadas para, entre otras dolencias, curas depurativas y pérdida de peso; anemias, caries y debilidades físicas; mejora de la circulación; afecciones reumáticas (artrosis, gota,...); dermatología (psoriasis, eccemas, acné,...) y afecciones en las vías respiratorias y el sistema nervioso.
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