Cubierta de piel humana
Ésta es la tercera novela del poeta mallorquín Sebastià Alzamora (1972), ganadora en el año 2005 del Premio Josep Pla. Contada como una fábula, un cuento de hadas pero también un relato terrorífico, utiliza una figura que evoca a los juglares medievales, el hombre que estimulado por el vino cuenta historias fabulosas en una inhóspita taberna mientras fuera arrecian el viento y la tempestad. La escena alcanza al final carácter fantasmal en un buen apunte de terror puro.
El autor narra unos sucesos
LA PIEL Y LA PRINCESA
Sebastià Alzamora
Traducción de Eduard
Gonzalo
Destino. Barcelona, 2006
190 páginas. 17 euros
que ocurren en el reino de Bohemia al iniciarse la guerra de los Treinta Años, con las luchas entre luteranos y católicos puestas en primer plano; pero no le interesa la verosimilitud histórica ni el realismo, sino levantar una plataforma narrativa llena de maravillas, aunque muchas sean feroces, obscenas o repugnantes. Cuando un escenario se derrumba le sucede otro sin que se pueda ver, a veces, la sucesión causal. La visión de los personajes, tanto históricos como ficticios, está cargada de subjetividad y literatura. Así, se establece un buen contraste entre el rey Federico, un bobo dedicado a la ciencia, el arte y la magia, y una reina Juana, entregada a una insaciable actividad sexual.
En cierta manera, la novela es la respuesta a una pregunta formulada por el narrador acerca de la identidad de Maria. Si bien el interpelado podría contestar de forma sencilla diciendo que se trata de la mujer a la que ha decidido dedicarle toda su vida, pues estamos ante una historia de amor absoluto, se ve impulsado a contestar de manera amplia y diversa, con un discurso lleno de circunvalaciones y accidentes. Y el relato, que pertenece decididamente al linaje posmoderno, se acude a múltiples referencias culturales: El sueño de Polífilo de Francesco Colonna, omnipresente, los Himnos a la noche de Novalis, la figura del Golem decisiva en la narración, la transfiguración de los edificios praguenses en escenarios propios de la novela gótica, el Jardín Fosforescente como un sublime locus amoenus al que se llega desde ningún sitio, construido a la medida de los deseos del alma. Algunos acontecimientos aluden a Leo Perutz, un novelista poco reconocido, y otros la sucesión azarosa propia de los libros de maravillas medievales. Todo acontecer aunque en principio suscite la emoción de las cosas auténticas y bien contadas acaba por teñirse de irrealidad y los principales personajes son sustituidos hacia el final por una parodia representada por fantoches que aleja emocionalmente al lector. Finalmente, casi todas las peripecias convergen en el tema del libro y su encuadernación, profesión a la que se dedica el narrador terminada su vida aventurera. Y la fantasía elaborada por Alzamora de un libro encuadernado con piel humana se eleva a metáfora de la creación literaria.
Desde luego, la escritura es
muy brillante y la narración se sigue con interés aunque ciertas resoluciones sean desilusionadoras. Pero uno se pregunta también si tanto afán por reproducir lo conocido no acaba por dar al libro un marbete de obra manierista que le perjudica. Quizás una obra tan pulida y tan ambiciosa debería dejarnos, al cabo, como lectores, más satisfechos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.