_
_
_
_
Crítica:ESCAPARATE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Mira lo que tengo!

"Si desea comprar arte porque busca una pintura de un colorido que haga juego con el de las paredes, ¡no siga leyendo!". Adam Lindemann hace esta advertencia nada más empezar Coleccionar arte contemporáneo, un libro orientativo para los "auténticos" coleccionistas, como él mismo.

La nueva ebullición que se está dejando sentir en el mercado del arte internacional en los últimos cuatro o cinco años hace prever el advenimiento de nuevos aficionados al arte o simples especuladores que piensen en una buena inversión. También estarán los que decidan empezar una colección en serio y no saben bien cómo hacerlo. Lo que Lindemann expone a través de entrevistas con cuarenta personajes relevantes del mundo es lo complejo y sutil que puede ser la valoración de las obras de los artistas actuales y el sentido real que tiene el formar una colección.

COLECCIONAR ARTE CONTEMPORÁNEO

Adam Lindemann

Traducción de Loc Team, SL

Taschen. Madrid, 2006

299 páginas. 24,99 euros

"¿Qué es lo que hace tan emocionante, tentador y sexy el poseer arte?", se pregunta el autor. "¿Es el ver que la Jackie (de Warhol) de 1964 que tengo colgada pasa de 65.000 dólares a 200.000 en un par de años? Para mí, la respuesta es sí y no, por supuesto. Lo emocionante es la oportunidad de disfrutar a diario de la obra, el regodeo ególatra de la posesión (el factor 'mira lo que tengo') y, quizá lo más importante, el acto de elegir y adquirir".

Para empezar, el coleccionismo es una especie de enfermedad mental, una obsesión. Alguien que probablemente comenzó de niño juntando cromos pero que además trapicheaba con ellos para conseguir otros mejores. "El coleccionista de arte es la expresión máxima de esa estructura mental. Si se apasiona con esto o lo otro, pronto surge la necesidad de tener más, pero no por la necesidad de acumular, sino de construir algo. Se trata de algo que va mucho más allá que de conseguir 'el mejor", opina el galerista Marc Glimcher (PaceWildentstein, Nueva York).

Lindemann ha reunido un interesante conjunto de entrevistas con críticos de arte, galeristas, asesores artísticos, coleccionistas, expertos de casas de subastas, directores de museos y comisarios. La elección de los personajes ha sido muy cuidadosa. Realmente, la élite en torno a este tema. No ha querido incluir a los artistas porque, en su opinión, sería quizá demasiado sesgado y aleatorio.

Con un sentido práctico

muy bien aplicado, Lindemann relata su propia experiencia y sus inicios en el coleccionismo de arte contemporáneo y luego señala a cada uno de los invitados a este compendio los principales temas de interés que puede desarrollar: los primeros pasos, conocer los mecanismos de los mercados primarios y secundarios (no es igual en todos los países); las ferias de arte, qué artistas elegir (se dan nombres), cómo comprar y cuándo hacer donaciones a museos.

Entre los participantes en el libro figuran marchantes como Larry Gagosian (Nueva York), Sadie Coles (Londres), Márcia Fortes (São Paulo), Max Hetzler (Berlín), Emmanuel Perrotin (París) o Iwan Wirth (Zúrich); el crítico David Rimanelli; coleccionistas como el francés François Pinault, el británico Charles Saatchi, Francesca von Habsburg (la hija del barón Thyssen-Bornemisza), el mexicano Eugenio López o el brasileño Bernardo Paz; directivos de Christie's, Sotheby's y Phillips de Pury & Co. y los directores del Guggenheim, PS1, MOMA y la Serpentine Gallery, además de Samuel Keller, director de la feria Art Basel.

Cada uno de los entrevistados da respuestas distintas a las mismas cuestiones. Pero esas discrepancias resultan tan útiles como las coincidencias. En general, todos recomiendan dedicarse a esto sólo si se es un verdadero apasionado. "El dinero es lo opuesto al arte", dice la baronesa Marion Lambert, coleccionista de fotografía. "Las personas que compran arte para invertir, tarde o temprano, caen de bruces".

No se trata de dar una guía unidireccional, sino incluso de enfrentar posiciones. Como en el caso de Charles Saatchi, a quien otros acusan en este mismo libro de especulador inescrupuloso. El único interés de Saatchi, en opinión de uno de los galeristas neoyorquinos, es "colocarse por encima de los artistas y disfrutar viendo cómo arruinan sus vidas. Intentar monopolizar el mercado comprando docenas o cientos de obras y luego, en el momento adecuado, sacarlas a subasta; se quedan con lo bueno y luego el mercado cae en picado".

A lo que el propio publicista británico responde: "Si hubiera conservado todas las obras que he comprado a lo largo de mi vida, me sentiría como Kane sentado en Xanadú rodeado de su botín. Me basta con saber que tuve y exhibí muchas obras maestras de los tiempos modernos".

Las ferias de arte, Internet y la efervescencia del mercado están cambiando la escena artística y acusan los efectos de la globalización. Ya no hay una capital del arte, hay muchas. Entrar en el exclusivo círculo de los grandes coleccionistas no sólo requiere mucho dinero, sino estudiar a fondo a los artistas y obras que le puede interesar coleccionar, estar bien aconsejado y atender a determinados eventos sociales. (El libro también incluye un directorio de ellos). Los puntos de vista reunidos en este volumen son útiles no sólo para los coleccionistas noveles, sino para los que se interesen por los vericuetos y nombres obligados en la escena del arte actual.

'The Ballad of Trotsky' (1996), de Maurizio Cattelan.
'The Ballad of Trotsky' (1996), de Maurizio Cattelan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_