Los renglones torcidos
Repetía un santo elevado recientemente a los altares aquello de que "Dios escribe derecho con renglones torcidos". Es la misma constatación que llevó al académico Torcuato Luca de Tena a publicar su novela Los renglones torcidos de Dios, de lectura obligada hasta hace unos años en las aulas madrileñas del British Council School. Hay también una sentencia célebre de un juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos que apuntaba en la misma dirección, aunque valiéndose de una expresión más tajante, para señalar que "la causa de la libertad avanza a veces a lomos de hijos de puta".
En definitiva, que debemos confiar en la omnisciencia divina que permite el mal sin que nosotros ni tampoco el papa Benedicto XVI felizmente reinante alcancemos a comprenderlo, o si se prefiere en la sabiduría ecológica que impulsa a reaccionar a la naturaleza y a corregir las desviaciones observadas que tanto preocupan a los redactores del Protocolo de Kioto. Así lo dispuso también Nuestro Señor cuando en el Evangelio impidió que se arrancara la cizaña como le proponían algunos celosos y prefirió que se aguardara hasta la siega para proceder entonces a separarla del trigo. O sea que, como en la Reconquista, sucede aquello de que "vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, / que Dios ayuda a los buenos, cuando son más que los malos".
Porque, como señaló anticipadamente Luis Vives, nuestro humanista de cabecera al que tanto se recuerda en Brujas, "vivimos tiempos difíciles en los que no es posible hablar ni callar sin peligro". Y en esas mismas estamos ahora cuando se acelera en Madrid la guerra entre los medios. De un lado, la cadena de emisoras propiedad del episcopado con Federico Jiménez Losantos al frente, secundado o viceversa por Jota Pedro, a los mandos del mundo mundial para defender la piscina de Mallorca, convertida en piedra de toque de la libertad de expresión en España. De otro, el diario Abc, editado por Vocento y dirigido de nuevo por José Antonio Zarzalejos. Los primeros, exigen adhesión irrestricta a su causa, rechazan cualquier titubeo en la cuestión de la mochila y consideran legítima toda la munición, incluidas las bombas de racimo y las campañas para que se den de baja los suscriptores del periódico fundado por el primer Luca de Tena. Los segundos, ensayan su defensa marcando la diferencia de estilo.
Zarzalejos escribe que "ahora en España delincuentes ocupan portadas; de forma impune se lanzan acusaciones contra policías; se hace escarnio de políticos, empresarios y periodistas; se descalifican instituciones de manera irresponsable y se comercia con la propia democracia, y todo eso ocurre en un silencio ensordecedor, temeroso y egoísta...". O sea, que se cae ahora del guindo, denuncia la deserción del silencio y reclama el acompañamiento que merece la justa causa de su periódico, empeñado en ser el estandarte de una derecha civilizada que sigue sin comparecer, secuestrada como está, igual que su líder nominal al que descalifican como "maricomplejines" por la cúpula verdadera del Partido Popular y de la FAES y de las JONS.
Sucede que la duración no siempre es ventajosa, según cuales sean las batallas entabladas. Por ejemplo, el diálogo sobre Mahoma y el islam que mantuvo aquel emperador bizantino del siglo XIII, Manuel II el Paleólogo, pudo ser entonces muy esclarecedor, dadas las circunstancias de lugar y tiempo, pero su reproducción literal con ocasión de una reciente intervención académica en Ratisbona ha servido para que le recuerden al conferenciante que los cruzados de su fe prefirieron también la espada a la razón. Con los cien años del Abc ocurre otro tanto. Porque las hemerotecas pueden confirmar cómo Jota Pedro fue impulsado de modo constante en sus inicios desde las páginas del rotativo decano.
Conviene recordar cómo a partir de 1993 la conspiración del "sindicato del crimen", que proclamó el "vale todo" y puso en riesgo las instituciones del Estado, tuvo en el director de entonces, Luis María Anson, a uno de sus valedores básicos. Y cómo el empeño de hacer un agujero a EL PAÍS para que Abc volviera a ser el primero terminó relegándole a la tercera posición en ventas. Con razón el perspicaz presidente Zapatero no quiere a Jota Pedro de enemigo. Mejor. Chapucémonos todos en la lucha final.
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