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GIRONA | Los efectos de los fenómenos atmosféricos sobre el territorio

Inundaciones cada 20 años

Calonge guarda muy malos recuerdos de su riera. Durante esta semana, el municipio ha estado mirando de reojo el nivel de las aguas. Entre el 12 y el 13 de octubre del año pasado, la riera de Calonge aumentó de caudal y quedó taponada de ramas y desperdicios. El agua, como si de un pequeño tsunami se tratara, salió con inusitada fuerza de su cauce. Una brutal marea de fango penetró en viviendas, cámpings y jardines, y se llevó una decena de vehículos, causando una víctima mortal. El alcalde, Jordi Soler, tiene muy claro que los efectos del aguacero habrían sido mucho menores si la riera hubiera estado limpia. El alcalde piensa que, a pesar de que todavía no se ha canalizado, es difícil que ahora pudiera repetirse una situación similar. "El lecho se ha ensanchado, el caudal es mayor y el entorno vegetal está limpio". El proyecto de encauzamiento de la riera, que debería licitarse a finales de este año, tiene un presupuesto de unos 10 millones de euros.

Platja d'Aro es otro de los municipios de Girona que esperan obras de canalización. El río Ridaura se desbordó hace un año e inundó bajos y comercios. Los más ancianos tienen asumido que las inundaciones son un fenómeno cíclico que se repite cada 20 años, aunque los expertos están convencidos de que una buena obra de canalización podrá contener las aguas. La Agencia Catalana del Agua pagará el 75% de unas obras de canalización que costarán 14 millones. El consistorio deberá costear el resto.

Un entramado de canales en una zona urbana no siempre es sinónimo de inundaciones. Banyoles, gracias a la construcción de acequias, consiguió convertir en habitable una zona de humedales. Cinco canalizaciones, que recorren la ciudad y se dividen en numerosos ramales, actúan como rebosadero del lago. Al final, desaguan en el río Terri. Estas canalizaciones no evitaron que en la década de 1980 se produjeran inundaciones importantes, circunstancia que decidió al consistorio a construir, a principios de los noventa, dos grandes colectores que permiten controlar el nivel de las aguas.

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