_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Irán

El presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, parece ser un tío de cuidado: está decidido a imponer como sea un Estado teocrático en su país, niega que existiera el Holocausto, vacila a la comunidad internacional en el tema nuclear y va mal afeitado y sin corbata. No hay duda de que nos encontramos ante un auténtico mentecato, pero tampoco hay que olvidar que fue elegido en forma inequívoca por una población que, ciertamente, no tenía muchas más opciones, pero sí algunas que no ejercitó.

Irán es un país muy joven: su identidad actual data de 1935. Por supuesto, su antigüedad se remonta al origen de la historia. Durante siglos fue uno de los imperios más poderosos del orbe conocido, si no el más. En el siglo V antes de J. C. el emperador persa Jerjes I invadió Grecia por tierra y mar con un ejército que Herodoto cifra en un millón de hombres. Jerjes iba tan sobrado que hizo azotar al mar, irritado por una marea adversa o una calma chicha, no recuerdo. No obstante, fue derrotado en la famosa batalla de Salamina, en la que en rigor no intervinieron soldados, sino marineros, porque fue naval, y en la de Platea, menos famosa pero definitiva. Como los griegos no se tomaban las cosas a la ligera, un siglo y medio más tarde Alejandro Magno conquistó Persia a sangre y fuego. La dominación fue breve, pero Persia ya no volvió a levantar cabeza. Formó parte de los imperios romano, bizantino y otomano sucesivamente. Turcos, rusos e ingleses dirimían litigios en sus tierras. La independencia tardía se vio condicionada por tres factores: la posición estratégica y el petróleo son dos; el tercero, hoy más importante, es la facción chií, mayoritaria en Irán, mientras que en los países musulmanes de la zona predominan los suníes, que odian a muerte a los chiíes. Por esta causa, entre otras, en 1980 Irak empezó una guerra que duró ocho años y que Irán no había provocado, porque de todos los países de la región, Irán o Persia es el que menos conflictos ha causado a sus vecinos y más ha padecido.

No es fácil hoy en día defender a Irán o a quien manda allí, ni yo lo haría. Sólo sugiero que tal vez el pueblo iraní haya elegido a un chulo de fiesta mayor, que si no les devuelve el esplendor perdido, al menos repite el gesto inútil de azotar al mar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_