Senegalés, comerciante, menor de 30 años y con estudios primarios
Una encuesta de Cruz Roja revela que siete de cada 10 inmigrantes detenidos en Mauritania este verano procedían de Senegal
El extranjero tipo que intenta alcanzar las costas de Canarias en cayuco es senegalés, soltero y sin hijos. Tiene menos de 30 años y ningún contacto o conocido en Europa. Su dedicación antes de plantearse el viaje era el comercio y su nivel académico es primario. Paga el viaje con medios propios y por su propia decisión. Son las conclusiones de las 667 entrevistas personales que el equipo de la Cruz Roja Española en Nuadibú ha hecho entre los extranjeros detenidos en Mauritania cuando intentaban emprender el trayecto en piragua.
Las encuestas fueron hechas por el personal de la organización humanitaria entre el pasado 24 de mayo, fecha de la llegada de la Cruz Roja Española a Mauritania, y el 6 de agosto. De cada 100 inmigrantes detenidos por los cuerpos de seguridad de ese país, 71 procedían de Senegal. Les siguen los malienses (19%), los gambianos (4%) y los mauritanos (3%). El resto de los arrestados fueron ciudadanos de la República Democrática del Congo, Guinea-Bissau, Costa de Marfil y Nigeria.
La mitad de los entrevistados afirma no tener ningún contacto en Europa
El 58% de los extranjeros aseguraron que no estaban casados frente a un 42% que sí. De los 667 entrevistados, algo más de 400 no tenían hijos. Los que tenían un solo descendiente fueron algo más de 50, la misma proporción que los que tuvieron dos o tres hijos. Muy pocos admitieron tener más niños.
Entre las distintas franjas de edad, la más representada es de entre 24 y 29 años. 288 extranjeros dijeron tener una edad comprendida entre esas dos cifras. Le siguen los que apenas han cumplido la mayoría de edad (18 a 23 años), con 172 representantes, y los que dijeron tener entre 30 y 35 (128 encuestados). De entre 36 y 53 años fueron detenidos 69. La cifra total de menores fue de nueve.
A la pregunta de si tenían algún conocido en Europa o algún contacto que pudiera ayudarles, la respuesta se reparte por mitades. Respondió no el 51% frente al 49% restante que sí tenía familiares o amigos en su lugar de destino.
En cuanto a las ocupaciones que dejaron para emprender el viaje hacia España, las más representativas fueron el comercio, la agricultura y la pesca. A la primera actividad se dedicaban unos 160 entrevistados (24%), mientras que el 20% dijo ser cultivador. Un 15% (algo más de 100) vivían del mar, según la encuesta.
El fracaso que supuso su detención cuando intentaron el viaje en cayuco no acabó con el empeño de la mayoría de dejar sus países. El 54% de los extranjeros aseguró que volvería a intentar el viaje, frente a un 46% que afirmó que emprendería la vuelta a casa en cuanto los soltaran.
La decisión de iniciar el periplo fue propia en la mayoría de los casos, aunque la familia tuvo mucho que ver en la marcha de uno de cada cuatro entrevistados. Frente al 74% que dijo haber iniciado el viaje sin que nadie les empujara a ello, en el 14% de los casos fue la familia quien les obligó a viajar. Un 12% de los detenidos tomó la decisión de forma conjunta con sus parientes.
Esas cifras casi coinciden con las de la procedencia del dinero con el que se pagó el viaje. 74 de cada 100 dijeron haber obtenido esos medios con su propio trabajo, 13 de su familia, ocho de su trabajo y sus parientes y cinco lo consiguió mediante préstamos.
Quemaduras y otras afecciones de la piel fueron los principales problemas sanitarios por los que fueron atendidos (15%), seguidas de las digestivas y las heridas (13% y 12%, respectivamente). Las afecciones oculares afectaron a uno de cada 10, y las respiratorias al 6%. El resto (45%) tenía fatiga y astenia.
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