Valderas y la lentitud de la justicia
Tiene razón el coordinador de IU, Diego Valderas, al quejarse de la tardanza de la justicia, circunstancia que le impide designar cuanto antes al actual alcalde de Camas (Sevilla), Agustín Pavón, como candidato a la alcaldía por parte de la federación izquierdistas para las próximas elecciones municipales. Al parecer, ha de jugar este municipio, situado en el área metropolitana de la capital andaluza, un papel primordial en el tablero político de nuestra comunidad. Si no es así, no se explica el interés que ha puesto en el asunto el máximo responsable de dicha formación.
No se trata de pensar mal, como ha hecho, por ejemplo, Francisco Garrido, de Los Verdes, quien habla de cierto chantaje que, supuestamente, Pavón está ejerciendo sobre los dirigentes de IU. No hay que llegar a tanto. En verdad, Valderas, al expresar su exasperación por la lentitud de los tribunales, no hace más que poner voz a la desesperación de muchos ciudadanos por el singular ritmo cansino que marca la trayectoria de aquellas causas, importantes o no, que llegan a los tribunales.
Y la verdad es que esta semana se cumple un año desde que estallara el escándalo del caso Camas, por el que se conoce el supuesto intento de soborno de una concejal de este consistorio para que apoyara determinadas operaciones urbanísticas.
Del alcalde para abajo hay varios ediles relacionados con esta truculenta historia en la que no faltan empresarios del sector inmobiliario, intermediarios, grabaciones y pagos en metálico. La operación policial se desarrolló bajo tutela judicial y todo hacía indicar que se había efectuado un buen trabajo para desentrañar, con todas las garantías posibles, un evidente episodio de corrupción política.
Sin embargo, a estas alturas de la película, estamos como al principio, tanto es así que el nuevo juez que se ha hecho cargo del tema va a repetir la toma de declaración de todos y cada uno de los implicados, como sí lo realizado hasta ahora por sus antecesores no sirviese para nada.
Cuando se conoció este asunto, todos celebramos la actuación de la justicia. Por fin, parecía contar con los elementos necesarios para dar un serio escarmiento a los protagonistas de este escándalo ante una ciudadanía que se mostraba harta ya de que tanto mangante pululara por los ámbitos políticos sin castigo alguno. A pesar de ello, muchos nos tememos que esa misma lentitud provoque a la larga que se desvanezca lo suficiente como para que más de uno se vaya de rositas. Tiempo al tiempo.
Tal vez debería ser esa la principal preocupación de Valderas. Como dirigente público tendría que ser el primero, no ya en pedir rapidez a los jueces, dado que tiene que decidir sobre el futuro político de Pavón, sino en reclamar la mayor eficacia posible al trabajo judicial para que, de una vez por todas, la administración pública se libre de los sinvergüenzas que sobreviven en ella. Unas oportunidad que puede malograrse, tal y como transcurren los acontecimientos.
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