Traductores en el bolsillo
En enero de 2006 la idea estaba sobre la mesa: convertir el teléfono móvil en un traductor de idiomas portátil. En julio ya había montado la empresa (Tauyou) con dos amigos, colegas, socios, tenían trazado un plan estratégico a cinco años vista y ponían en marcha la web (www.tauyou.com). En agosto pulsaban la opinión de todas las embajadas y consulados extranjeros en España y dejaban tarjetas de presentación en lugares donde circulaban extranjeros y españoles con necesidad de comunicarse en otros idiomas. También en agosto, como el náufrago que lanza un SOS dentro de una botella, me llegaba -por mail- su mensaje. En septiembre ya han traducido 400 llamadas de clientes, esperan 10.000 antes de fin de año. En 2011 calculan poder alcanzar una cifra de negocios de dos millones de euros. La clave de la expansión internacional es 2008: cita con los Juegos Olímpicos de Pekín. Antes de enero de 2007 esperan conseguir 350.000 euros para desarrollar un proyecto tan complejo como ambicioso presentándose a concursos de entidades privadas y ayudas de la Administración pública.
"Creo que somos los primeros españoles que ponemos en marcha la idea de utilizar el móvil como traductor instantáneo y automático. Conocemos otras iniciativas internacionales, en Rumania, Bolivia y Singapur que traducen SMS [mensajes de texto por móvil] pero no hemos detectado aún ninguna iniciativa en el mundo de traducción por MMS [mensajes multimedia], es decir por imagen y sonido. Hay una empresa vasca que traduce mensajes de voz, pero lo hace a través de personas y es lento. Nuestro sistema es automático y muy cualificado, tarda una media de cinco segundos en devolver el mensaje traducido y podemos personalizar el producto para cualquier aplicación y controlando la calidad". Se expresa con precisión y timidez, como si le sorprendiera que alguien hubiera recogido el mensaje dentro de la botella lanzado al mar de Internet y se interesara por su proyecto.
Diego Bartolomé, sabadellense, hijo de un policía nacional y una maestra de primaria llegados a Cataluña desde Palencia en 1976, es doctor en Ingeniería de Telecomunicaciones y licenciado en Administración y Dirección de Empresas. Su currículum es apabullante: trabaja en el Centro Tecnológico de Telecomunicaciones de Cataluña, una fundación privada que maneja tecnologías de base para telecomunicaciones, es asesor free-lance en propiedad intelectual y ha participado en varios proyectos europeos con estancias en Francia y Alemania. Habla fluido el inglés, el francés y el alemán y desde octubre de 2005 aprende chino mandarín, un idioma con 7.000 caracteres. "Siempre me han apasionado los idiomas. A los 12 años quise aprender alemán; mis padres no se lo creían porque ya estudiaba inglés y francés. Las lenguas son instrumentos que sirven para que la gente se entienda". Ésta es su motivación básica: acercar a la gente en el mundo global.
Al caos idiomático de la torre de Babel y al aislamiento nacionalista le ha salido un enemigo: el móvil. "¿Por qué no puede utilizarse el móvil para algo serio?". Enumera las necesidades infinitas de traducción: desde emergencias a negociación de contratos o historiales médicos, sin olvidar a los taxistas, las agencias de viajes, las ONG, además del enorme mercado turístico y la acuciante realidad de la inmigración. El sistema prevé utilizar la imagen para la traducción de idiomas tan complejos como el árabe, el chino y el japonés. Lo han calculado todo: primero trabajan con lenguas europeas mayoritarias, luego con las minoritarias, catalán incluido.
Bajo una idea tan simple como el acercamiento idiomático entre la gente más dispar, laten avances tecnológicos y científicos que permiten el milagro de la traducción automática e instantánea: "Las máquinas son buenas, pero hay que corregirlas, adecuarlas, eso sólo lo pueden hacer las personas". Explica con detalle que ahora trabaja en perfeccionar la precisión y fiabilidad de la conjunción de las máquinas para adecuarlas a las necesidades y bajar el costo del servicio: una llamada traductora cuesta ahora 0,9 euros "es caro, pero proponemos paquetes más baratos".
Aflora ese primero de la clase que fue en el colegio -cuando quería ser intérprete y escritor- y en la universidad. No teme la copia: "Es tan complicado montar esto, que he llegado a la conclusión de que puedo explicar tranquilamente lo que nos proponemos". Bill Gates no es su modelo: "Estuvo bien al principio, ahora Microsoft es, como Google, un monstruo. Me interesan las dimensiones manejables, humanas". No pierde de vista el largo plazo, "el mundo está difícil", y le toma la medida al progreso: "nuestros hijos deberían vivir mejor que nosotros".
m.riviere17@yahoo.es
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