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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Madrid no lo merece

No hay que pagar con dinero público despropósitos privados. Es cierto. Pero al público de Madrid, la ciudad abierta y liberal, no puede sustraérsele el espectáculo Lorca eran todos, programado para dentro de 10 días en el Teatro Español y retirado de cartelera, tal como anunció el jueves Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde y responsable último de la sala municipal. El talante de los madrileños y el derecho a la libertad de expresión, reconocido como derecho fundamental por la Constitución, no casan con la retirada de cartel, por la mera presión en la calle y de ciertos medios de comunicación, de una obra que no es en sí misma ningún despropósito privado y ha recibido muy buena crítica allí donde ya se ha presentado.

Su autor y director, Pepe Rubianes, realizó hace más de medio año en TV-3 unas declaraciones ciertamente inoportunas y rechazables, pero luego ha presentado sus excusas, la televisión que las emitió también lo hizo y el organismo de vigilancia catalán las criticó. Si hay algo más que dilucidar, ahí están las instituciones de la democracia, incluidos los tribunales. Retirar una obra ya programada ante una presión coactiva es un pésimo antecedente y un síntoma de regresión política. Es alarmante que se llegue a apelar a la Constitución para avalar una deriva tan populista y antidemocrática, que condena a un ciudadano de forma indeterminada, por plazos desconocidos y con motivo de una afrenta que nadie ha juzgado. Hasta tal punto ha llegado la confusión y la manipulación.

La retirada de la obra ha sido decidida sobre el papel por el propio Rubianes, ante las amenazas recibidas y la convocatoria de manifestaciones de protesta, jaleadas desde la emisora de los obispos y otros medios afines. Pero el alcalde, que rechaza las acusaciones de censura, no ha tenido el aguante necesario para seguir apoyando la programación del Teatro Español, un embate más contra las posiciones centristas y plurales que siempre le han caracterizado. En el fondo, el conflicto no versa sobre Rubianes, sino sobre Gallardón, a quien se la tiene jurada el sector más extremo de la derecha, y que esta vez se ha salido con la suya, aplicando una presión intolerable, como siempre, sin reparar en el coste. El objetivo a abatir no era el deslenguado y esta vez realmente inoportuno cómico gallego, que es quien les ha regalado la munición a los intolerantes, sino el propio alcalde de la ciudad.

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No vale el argumento del dinero público. Nadie lo desperdicia dedicándolo a un buen homenaje teatral a García Lorca. Pero ahora, tras evitar la crisis política que buscan los enemigos de la libertad y superado el asedio, lo imprescindible es que Rubianes estrene lo antes posible en el Español su montaje sobre Lorca.

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