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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Claridad en las sombras

Manuel Rico

La imagen que evoca el título del último libro de Amalia Iglesias, escrito a lo largo de una década, es una afirmación de la vida desde la conciencia de la proximidad de la muerte. Remite al límite, a una experiencia en claroscuro. Todo el libro está impregnado por la reflexión sobre ese espacio híbrido: "Cultivo esperas en un jardín de muerte". Las esperas, en Lázaro se sacude las espigas son asumidas no con la perspectiva del porvenir a que suele referirse toda espera, sino con la que evoca, desde la certeza de su fugacidad, las vividas en la infancia. El sujeto poético, así, protagoniza, a lo largo del libro, un proceso de redescubrimiento, de iluminación de zonas ocultas en otro tiempo hasta construir un mundo en el que el futuro es parte de lo evocado y una forma de enfrentarse a la muerte y en el que desesperación y soledad son fermento de la felicidad y de la luz que acabarán por imponerse. Cierto que es una formulación contradictoria. Pero todo texto poético es en sí una contradicción: entre lo imaginario y lo real, entre el presente y lo evocado, entre la vida y la muerte, entre la luz y la sombra, entre la palabra y el silencio: "Porque nada sublime / se puede habitar sin desgarro".

LÁZARO SE SACUDE LAS ORTIGAS

Amalia Iglesias Serna

Abada Editores. Madrid, 2005

78 páginas. 12 euros

Sobre ese eje vertebrador, en el libro se advierten dos partes. La primera, en la que domina la mirada hacia al pasado influida por cierta propensión a la oscuridad. Es la vecindad de ésta, que aviva la evocación y la nostalgia, lo que en ella predomina. En la segunda prevalece la luz, sus poemas construyen la metáfora del final de un túnel -aunque la sombra no desaparezca-, que es el redescubrimiento del amor. El sujeto lírico afirma la vida. Pero, más allá de la circunstancia temporal que genera miedo al vacío o exaltación amorosa, está el espacio de claridad que, al final, pervive siempre: el lenguaje. La vida está en el poema y en ningún otro lugar. Para Iglesias, es lo que salva y redime. Su opción formal, por ello, se mueve entre la propensión al pensamiento cruzada por la meditación existencial, y la búsqueda de la desnudez iluminadora del idioma. Los poemas-homenaje a Valente o a Cirlot hacen aún más explícita esa apuesta. Que no es ruptura respecto a su poesía anterior sino ahondamiento que nos lleva a la emoción y al desasosiego. Dos capacidades que, en poesía, parecen imprescindibles. Aunque poco frecuentes en nuestra lírica de hoy.

Amalia Iglesias Serna según Soledad Calés.
Amalia Iglesias Serna según Soledad Calés.

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