La memoria ya recuperada
Son muchos los informes que diferentes medios nos están ofreciendo sobre la localización e identificación de fusilados durante la represión franquista: también EL PAÍS, el domingo 13 de agosto. Me parece muy bien lo que se está realizando, pero da la impresión de que hasta ahora nadie ha hecho nada. Y nada más lejos de la realidad. Quiero hablar de La Rioja. Para 1979 estuvo terminado el cementerio de La Barranca, en Lardero, población próxima a Logroño; una fosa donde fueron fusiladas y enterradas 415 personas, la mayoría de Logroño y pueblos cercanos. Es cierto que no se identificaron los restos: se descubrió dónde estaban, se taparon primero con montones de tierra, después con unas losas que cedieron y finalmente se construyó un cementerio cercado y con un monumento en su entrada. El 1 de mayo y el 1 de noviembre, los familiares y amigos vamos todos los años a recordar con tristeza y a desear que nunca se repita.
La Barranca fue el acicate para que en muchos pueblos de La Rioja (Cervera de Río Alhama, Arnedo, Alcanadre, Aldeanueva de Ebro, Igea, Rincón de Soto, San Vicente de la Sonsierra, Ausejo, Alfaro, Aguilar de Río Alhama y Calahorra) se formasen asociaciones de familiares que empezaron a trabajar para localizar las fosas de sus familiares fusilados. No se hizo identificación de los restos: se sacaron de las fosas comunes, se pusieron en féretros, y en todos los pueblos se hizo un funeral en la iglesia. En Calahorra el funeral lo presidió el obispo de la diócesis. Finalmente se enterraron en los cementerios con un monumento en cada pueblo. Todo esto estaba terminado para 1980, lo que nos da una idea de cuándo se comenzó. Sirvan estas pocas líneas para recordar la audacia, el valor y la ilusión contenida por los miedos de aquellas personas que, sin ayudas oficiales y con muy pocos medios, fueron capaces de recuperar los restos y la memoria pública de sus familiares fusilados.
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