No es un sueño
Lo que parecía imposible ha acontecido. Con la medalla de oro ganada ayer en el Mundial de baloncesto, España se confirma como una potencia capaz de ocupar el puesto más alto del podio en todos los deportes de masas (excepto uno). Parecía imposible, no porque el baloncesto español no hubiera mostrado su potencialidad, sino porque antes de la victoria de ayer había disputado seis finales en torneos internacionales, y las había perdido todas; y porque casi nadie pensaba que fuera posible vencer a Estados Unidos, que ya nos ganó, por ejemplo, en la otra gesta en su momento increíble, la final de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en 1984. Pero fue Grecia la que en esta ocasión se encargó de eliminar a los americanos en semifinales.
Con la victoria de ayer frente a los helenos, por 23 puntos de diferencia, se consagra una maravillosa generación de jugadores que irrumpieron en 1999 ganando el Mundial Júnior (frente a Estados Unidos, precisamente). El equipo que tan bien ha sabido conjuntar Pepu Hernández tiene enorme talento, pero además ha funcionado como una piña, dentro y fuera de la cancha.
Al frente de ese grupo ha brillado especialmente Pau Gasol, una superestrella de la NBA que, lejos de comportarse como tal, se ha mostrado ante todo como jugador de equipo: asumió sin pestañear las rotaciones del técnico y, cuando una lesión le impidió disputar el partido más importante, mostró desde el banquillo su implicación personal con sus compañeros; tras la victoria, sus declaraciones no han sido las de un divo, sino las de una persona que disfrutaba al compartir sus emociones con millones de conciudadanos. Su aventura en la NBA ha despojado de ciertos complejos al baloncestista español, y otros dos jugadores, Garbajosa y Sergio Rodríguez, se sumarán este año a Gasol y Calderón en la Liga americana.
El baloncesto español ya no necesita recurrir a jugadores nacionalizados (casos de Mike Smith, Rogers, Kornegay, entre otros), y tampoco depende ya en exclusiva de las figuras del Madrid y el Barcelona, que esta vez sólo han aportado tres jugadores. Ello es un reflejo de una Liga en la que equipos de Vitoria, Málaga y Valencia, por ejemplo, disputan ahora su hegemonía baloncestística a las dos grandes urbes.
Pero no es sólo el baloncesto: España es también la campeona del mundo de balonmano; un español, Nadal, es el vigente campeón de Roland Garros, y otro, Óscar Pereiro, acaba de ganar el Tour. Fernando Alonso ya fue campeón en fórmula 1 en 2005 y encabeza la clasificación en 2006, lo mismo que Bautista y Lorenzo en motociclismo. Si añadimos las 11 medallas en el reciente Europeo de atletismo, la conclusión es que el único que falta es el de siempre: el fútbol.
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