Vallecas bebía cerveza hace 2.300 años
Un yacimiento junto a las vías del AVE permite reconstruir la historia de la región desde el Neolítico a la Guerra Civil
En su película 2001: Una odisea en el espacio, Stanley Kubrick desentrañó el hilo que conduce desde el primer homínido que toma conciencia de ser hombre hasta el año 2001, cuando el ordenador HAL 9000 intenta eliminar a sus jefes de carne y hueso. La historia de la humanidad en 143 minutos.
Los restos arqueológicos del cerro de la Gavia -cerca del Puente de Vallecas, en el término municipal de Madrid- no llegan a tanto, pero casi. En el yacimiento, situado a nueve kilómetros de la Puerta del Sol, se han encontrado vestigios que van desde el Neolítico hasta efectos personales de milicianos que lucharon en 1937 en la Guerra Civil.
Los restos más antiguos encontrados en el cerro de la Gavia proceden de nuestros parientes más cercanos: el homo antecesor. De este grupo de homínidos que vivían al aire libre nos han llegado herramientas de sílex que utilizaban para cortar vegetales o carne. Pero los restos más interesantes son de la Edad de Hierro, en torno al siglo IV antes de Cristo, cuando en el poblado de Gavia vivían unas 30 o 40 familias que nos han dejado constancia de su modo de vida.
En la Edad de Hierro había en el lugar un poblado habitado por 30 o 40 familias
Gracias a las excavaciones para el tren de alta velocidad (AVE) a Barcelona, los arqueólogos encontraron en 1999 los restos de un poblado milenario. Los responsables del tren de alta velocidad tuvieron que modificar el trazado, y el equipo del arqueólogo Jorge Morin se pasó los cinco años siguientes analizando pieza a pieza los vestigios del pasado. Tras todos estos años cerrado al público, el equipo de Morin ha presentado a la Comunidad de Madrid un proyecto de acondicionamiento para transformar la Gavia en el único yacimiento visitable dentro de la ciudad.
A pesar de una ubicación un tanto desfavorable por estar rodeado de tres infraestructuras (el AVE a Sevilla y a Barcelona y la M-45), Morin habla del "potencial brutal" de un centro que contaría con una asistencia masiva de estudiantes y jubilados, en el que se explicara la historia de los que han pasado por el cerro los últimos miles de años.
Morin describe la cotidianeidad estas personas con una sorprendente precisión. Y de los que tiene más datos es de los carpetanos, que llegaron en la Edad de Hierro: "Los restos de semillas carbonizadas nos permiten saber qué tipo de agricultura desarrollaban. Hay granos de trigo y de cebada, que ya utilizaban para hacer cerveza. También tenemos utensilios relacionados con la agricultura y con las actividades cotidianas".
En las piezas artesanales se reflejan las modas que imperaban entre estos primeros madrileños. Los más antiguos son de producción local o importados de Grecia (entre ellos, el único fragmento de cerámica griega, del siglo III antes de Cristo, hallado en la Comunidad de Madrid). Las vasijas y utensilios posteriores proceden, sin embargo, de artesanos romanos que imitaban la tradición griega. Y una cerámica en la que se pintó un pájaro y una esvástica, que mezcla elementos celtíberos con carpetanos, deja constancia de la influencia entre distintas culturales.
El cerro de Gavia también cuenta con el instrumento de viento más antiguo de la Península Ibérica: una flauta fabricada con hueso de grulla.
Las posibilidades defensivas del cerro explican por qué los carpetanos eligieron esta zona para asentarse a principios del siglo IV antes de Cristo. Además, la cercanía con el río Manzanares les permitía vivir de la ganadería con ovejas, cabras y cerdos; y los manantiales a pie de escarpe que todavía hoy existen les suministraban el agua necesaria. Morin asegura que, a pesar de su desagradable olor, esta agua pasaría los análisis que el Gobierno regional hace para determinar si es potable.
Con la formación del poblado, llegó el trazado de las calles: una manzana central con casas rectangulares de adobe. Los romanos, llegados en torno al 150 antes de Cristo, trajeron novedades arquitectónicas como el zócalo y los alzados de adobe. Pero con los avances tecnológicos también llegó la decadencia de la Gavia. Los romanos comenzaron a construir villas en zonas de los alrededores, como Villaverde, y los pobladores originales pasaron a trabajar para el señor.
Es entonces cuando las viviendas se compartimentan y aparecen los vestíbulos dentro de las casas. Tras el abandono del asentamiento por parte de los romanos, el cerro se convierte en un cementerio infantil de la época visigoda. De la necrópolis se han rescatado restos de ataúdes de madera y huesos milimétricos de los niños enterrados que permiten averiguar las enfermedades por las que murieron.
Y tras los visigodos, nada. Nada hasta la Guerra Civil, cuando el comunista Enrique Líster establece allí el dispositivo de las trincheras. En los primeros meses de 1937, los republicanos detienen la ofensiva del ejército del general Varela en la batalla del Jarama. El frente se estabiliza entonces en la Gavia. Los milicianos escriben desde el cerro a sus novias, a sus familias...
Se han recuperado tinteros, cantimploras, hebillas de cinturón y munición. En la dura posguerra, alrededor de 40 familias -el mismo número de los habitantes que tuvo en la Edad de Hierro- se quedaron a vivir en las cuevas a pie del yacimiento. Permanecieron allí hasta los años sesenta. Con candiles en lugar de luz eléctrica, con agua que obtenían del manantial, con una agricultura no mecanizada y una ganadería de ovejas y cabras subsistió esta gente, auténticos perdedores de la guerra del 36.
"En pleno siglo XX, más de un centenar de personas vivían como lo hicieron los primeros pobladores que llegaron más de 2.000 años antes", señala Morin.
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