Kilómetros
Hay unidades de medida subjetivas. Para qué nos vamos a engañar, no es lo mismo un minuto que un minuto. Depende, y mucho, de las circunstancias. Yo, por ejemplo, este invierno he tenido la suerte de poder tirarme en paracaídas. Salté desde 15.000 pies, algo más de 4.500 metros, y disfrute de una caída libre de un minuto. Pues ese minuto, por mucho que el reloj me diga que no, fue mucho más largo del que he empleado en escribir parte de este párrafo, lo aseguro.
Otro ejemplo. Cuando yo corría en aficionados -hace ya algunos años-, disputábamos lo que se llamaba el torneo vasco-navarro. Allí, yo y los corredores de mi generación descubrimos que había una unidad de medida que no salía en los libros de texto -entonces, unos cuantos éramos todavía estudiantes-. Nosotros conocíamos lo que era un metro y sus múltiplos, las millas, las pulgadas, los pies e incluso las yardas y las millas naúticas. Pero por ningún sitio aparecía una variante del kilómetro que era el kilómetro navarro. Aquélla era una medida exclusivamente ciclista. No había otro modo de recorrerlo. Tenía que ser en bici a la fuerza. Si corríamos, por ejemplo, la carrera de Estella y resulta que, teóricamente, el kilometraje era, digamos, 130 kilómetros, resultaba que no, bueno que sí, que el cuentakilómetros te indicaba eso, 130 kilómetros, pero que aquellos kilómetros no pasaban igual de rápido que los que se hacían, por ejemplo, en Vizcaya. Llegamos así a la conclusión de que el kilómetro navarro era una medida intermedia entre el kilómetro y la milla, aunque nunca acordamos una equivalencia exacta porque, realmente, todo nos remitía a cuantificar cuánto nos cansábamos haciendo uno u otro y, claro, eso es muy subjetivo.
Y en éstas que ayer me acordé yo mucho de esto del kilómetro navarro porque resulta que descubrimos que Navarra no es única para esto de las medidas extrañas en bicicleta. Resulta que también existe el kilómetro extremeño-cordobés. Bien es cierto que el calor influyó, que no es lo mismo hacer 220 kilómetros a 20 grados centígrados que a 40 y que ayer nos tocó esto último. Pero no fue eso lo único. Los kilómetros en sí también tenían algo. A principios de año corremos la Milán-San Remo, la primera gran clásica, y allí hacemos 300 kilómetros. Pues bien, ayer, el trayecto Córdoba-Almendralejo fue más largo que esos 300 kilómetros, por mucho que mi cuentakilómetros me lleve la contraria con una pantalla en la que indica 220. No; yo en esto de la bici llevo ya varios años y mis piernas no me engañan. Lo de ayer fue mucho más largo, créanme, estoy convencido de ello, aunque tengan que hacer un acto de fe porque nunca se podrá demostrar todo esto científicamente.
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