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Reportaje:

El calvario de volver al trabajo

Una asociación de entidades que batalla contra la siniestralidad advierte contra el creciente 'síndrome posvacacional'

A finales del pasado mes de julio, la humanidad pareció dividirse entre una primera mitad de viajeros que resultaron perjudicados directa o indirectamente por el colapso del aeropuerto de El Prat y la otra mitad, que estrenó las vacaciones comentando el caos que vivió el resto. Llegó agosto y sólo se hablaba de incendios y pirómanos, los del Empordà y los de Galicia. Este verano también ha sido difícil no toparse con conversaciones sobre la amenaza de tomar un avión en Londres rumbo al otro lado del Atlántico. O sobre el drama de los inmigrantes dispuestos a todo para reinventar su vida.

Pero, a las puertas de septiembre y con la excepción de los políticos, que este año no han descansado demasiado y han calentado motores con vistas al nuevo envite electoral del 1 de noviembre, no hay otro tema posible que el del obligado regreso al trabajo.

ANEPA pide a los empresarios que sean comprensivos con el 'aterrizaje' de la plantilla

Sensación de debilidad y de decaimiento, dificultad para concentrarse, batalla interior contra la desidia, insomnio de noche y somnolencia de día; pérdida, incluso, del apetito. Y, en casos extremos, una angustia vital que campa a sus anchas, que puede derivar en bloqueos emocionales y en incapacidad para tomar decisiones. Son algunos síntomas del llamado síndrome posvacacional, que según la Asociación Nacional de Entidades Preventivas Acreditadas (ANEPA), va en aumento y requiere una auténtica terapia de choque.

ANEPA, que tiene como objetivo informar sobre la legislación vigente en materia de prevención de riesgos laborales y crear una cultura de prevención que contribuya a disminuir la siniestralidad laboral, alerta de que se están incrementando cada vez más los casos de síntomas más graves de este síndrome.

Quien más quien menos sufre la ruptura brusca entre la rutina que se desarrolla durante el paréntesis de un descanso laboral prolongado y la necesidad de coger el ritmo al volver al puesto de trabajo. El síndrome en cuestión suele durar sólo unos días. Sin embargo, si los síntomas mencionados persisten mucho más tiempo, subraya ANEPA, éstos acaban remitiendo a algún tipo de "problema depresivo", aunque no esté directamente ligado al trabajo, que se pone de manifiesto al conjugarse con el fin de las vacaciones.

Ayer, esta asociación de entidades, miembro de pleno derecho de la patronal empresarial CEOE y representada en el comité de prevención de riesgos laborales de esta organización, difundió un comunicado en el que propone una serie de recomendaciones, algunas de ellas aparentemente muy obvias y propias del sentido común, para hacer más llevadero lo inevitable.

"Una buena manera de prevenir los efectos [del síndrome posvacacional] es planificar pequeños escapes, pequeñas salidas, encontrar una actividad que nos satisfaga plenamente, aunque sea durante cinco minutos, para ir adaptándonos a la vida diaria", subraya el presidente de este grupo de entidades preventivas, Juan Carlos Bajo.

Un modo de minimizar el problema es repartir las vacaciones a lo largo de todo el año, aunque sea en verano cuando se acumulen más días de descanso. Eso, si se puede elegir. Se aconseja también regresar de un viaje al menos un par de días antes de reincorporarse al trabajo, para asimilar mejor el cambio. Fijarse pequeñas metas como aliciente ayuda a tener una actitud positiva que motive en el trabajo. Intentar regresar un día de la semana que no sea lunes -los lunes pueden agravar la situación, según ANEPA- reduce el impacto psicológico del regreso a la oficina. Y, sobre todo, el inicio debería ser gradual, siendo conscientes de que el rendimiento debería aumentar en un par de días.

Estos consejos van destinados al trabajador, pero el empresario también puede poner de su parte. Por ejemplo, "facilitando que las jornadas de trabajo de quienes regresen de vacaciones sean más cortas, manteniendo durante los primeros días de incorporación la jornada intensiva", apunta ANEPA.

El consejo que más gustará a los más perjudicados es éste: "Es necesario no presionar a los trabajadores, entendiendo que van a rendir menos de lo habitual". En definitiva, se trata de pensar a medio plazo para aceptar que "una reincorporación adecuada va a dar mayor productividad a medio y largo plazo".

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