"La mujer se adapta a cualquier trabajo y le es más fácil emigrar"
La dulce y sonriente Awilda Rodríguez lo tiene muy claro, la emigración se le hace más sencilla a las mujeres que a los hombres. "Nosotras podemos encontrar trabajo más fácilmente. No nos importa trabajar en cualquier cosa, nos adaptamos, y siempre hay trabajo de limpieza. No me imagino a un hombre haciendo las labores en una casa", explica.
Para ella no fue difícil tomar la decisión y cruzar el Atlántico, ya que en Bilbao residían ya su madre, sus dos hermanas y su hermano. Lo difícil fue dejar atrás Santo Domingo, su ciudad, donde dejó amigos "y el sol" y adónde sueña con volver.
Su vida ha sido ir en pos de su madre. Primero, cuando teniendo ella sólo dos años, ella se separó del padre, agricultor en el pueblo de Barahona. "Ella quería ir a la ciudad y evolucionar. En el campo sólo era ama de casa", recuerda Awilda. Ella y sus dos hermanas, Raquel y Miosoti, se quedaron con el padre. Pero cuando Awilda cumplió 13 años, se trasladó a vivir con su madre en la ciudad. "Ella siempre quiso que nos fuéramos con ella, pero trabajaba en casas de familias y nosotras éramos muy pequeñas", indica.
"No hay vasco que conozca que no haya estado en la República Dominicana"
Poco después, la madre viajó a España, donde estuvo dos años. "Entonces no había ningún problema para emigrar de un país a otro. No como ahora", comenta Awilda. Su madre regresó a la República Dominicana y vivieron todas juntas. Esa vida familiar sólo duró tres meses. Su madre volvió a viajar a España.
Poco después le seguiría la hermana mayor, Raquel, y después lo haría Awilda y, hace sólo cinco meses, la más pequeña. El lugar de destino fue Bilbao. "Mi madre tenía una prima aquí", apunta Awilda. En su país, ella estudiaba psicología clínica, una carrera que "estaba a punto de terminar". Pero su madre le dijo que ya estaba lo suficientemente "grande" para trabajar y ella, obediente, la siguió a Bilbao.
En el transcurso del periplo maternal tuvo otro hijo, hermano de las tres Rodríguez, con una pareja con la que también rompió. En la actualidad, la madre de Awilda convive con "un vasco nacido en Guadalajara" y con sus dos hijas pequeñas y el hijo. La mayor, Raquel, ya se ha independizado.
Es ella la que ha hecho posible la emigración de sus hermanas. Hace tres años, Raquel abrió una peluquería en Bilbao, en la calle Iturriza, 3. "Peluquería latina", reza el cartel. Y allí trabajan sus hermanas, que ayudan a atender a las clientas mayoritariamente de América latina. "La mayoría proceden de la República Dominicana y de Colombia. Las bilbaínas acuden para hacerse trenzas. Me nutre el que las clientas sean latinas, me hablan de sus países y así conozco como son esos lugares, sus costumbres y su gente", indica.
Awilda recuerda que, a su llegada, Bilbao no le gustó "porque era gris y triste, distinto a lo que yo conocía, a mi país, con más sol y colorido", apunta. También echaba de menos a sus amigos y las playas de su país. "Aquí también hay playa, sí, pero nunca hay sol", dice.
Ahora, Bilbao es más de su agrado porque es la ciudad de su novio. "Le conocí en un café hace seis meses. Cuando tienes pareja, todo es diferente. No te resuelve toda la nostalgia que sientes de tu país, pero te lo hace más llevadero", afirma. Awilda ha conocido ya a la familia de su novio, que ha han acogido "con cariño". Ella afirma no haber sentido ninguna "discriminación" ni por su acento ni por su piel oscura. "Las personas que he conocido han sido siempre simpáticas. No he sentido ningún rechazo", asegura.
También, gracias a su pareja, a salido de su ruta "casa-trabajo, trabajo-casa". "Antes siempre estaba trabajando. Ahora vamos a la montaña, a discotecas, salimos", comenta.
Lo más diferente entre los vascos y la gente de su país es, para Awilda, el carácter, muy abierto en los dominicanos y más cerrado en Euskadi. Sin embargo, la última vez que visitó Santo Domingo, Awilda descubrió que su estancia de sólo ocho meses en Bilbao la había calado más de lo que creía. "Me dí cuenta de que yo había cambiado y que ya no era igual". Para el próximo viaje, su intención es llevar a su novio. "Dije que me quedaría en Bilbao sólo cinco años [lleva uno y medio], pero ahora mi nvio me dice que eso está por verse", bromea. Por ahora, aún permanece en ella la idea de ahorrar para comprarse algo en su tierra.
¿Cuál cree que es la idea que los vascos tienen de su país? "Buena, buena. No hay vasco que conozca que no haya estado en la República. Pero sólo conocen la parte turística. Eso no es conocer un país. ¿Porqué no salen de los hoteles y las playas y se mezclan con la gente", se queja Awilda.
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