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Reportaje:CHINA | LOS FOCOS DE LA INMIGRACIÓN

La cuna de los chinos en España

210.000 de los 570.000 habitantes de Qingtian han tomado la senda de la inmigración

La vida de Xu Fangchui cambiará en unos meses si todo sale como espera. Está preparando los papeles para emigrar a España, adonde su marido se fue hace tres años en busca de una vida mejor. Dejará así Qingtian, y entrará a formar parte de los más de 210.000 vecinos de esta ciudad de la provincia costera china de Zhejiang que viven en el extranjero sobre una población total -es decir, incluidos los emigrantes- de 570.000 personas.

"Mi marido trabajaba aquí en el negocio de la fabricación de estatuas de piedra

[actividad por la que es famosa Qingtian] y en la restauración, pero la competencia se había hecho cada vez mayor. Se fue a Barcelona y abrió un restaurante. Ahora necesita mi ayuda", explica esta mujer de 42 años.

Cada día salen tres o cuatro autobuses hacia Shanghai, donde toman el avión. Suelen irse del país porque tienen amigos o familiares en el extranjero
"En Qingtian todo el mundo emigra porque piensa que es más fácil ganar dinero fuera", dice Xu Fagchui, que prepara los papeles para España

Xu está decidida, aunque inquieta ante la incertidumbre sobre si logrará el visado para ella y sus dos hijos (un chico de 16 años y una niña de 11) y la perspectiva de una vida diferente. "Cuando pienso en España, veo dificultades por delante, pero, simplemente, esto es lo que tengo que hacer".

Xu vive en un piso modesto, en pleno centro de esta ciudad de donde procede la inmensa mayoría de los chinos que residen en España. Para llegar a su casa hay que rodear varias viviendas de piedra y tablones, ocultas tras los modernos edificios de una calle del centro. Luego hay que subir varios tramos de escaleras sucias, sembradas de números de teléfonos móviles con los caracteres chinos ban zheng (certificados). Los mismos caracteres que es posible ver por todos lados en la ciudad, ofreciendo documentos falsos.

"En Qingtian, todos emigran porque piensan que es más fácil ganar dinero fuera", dice, mientras escucha a su hijo, con una camiseta de baloncesto azul. A su lado, su sobrino saluda en italiano. "Es el hijo de mi hermana, que, como otro de mis hermanos, vive en Italia. Están de vacaciones".

España es el destino preferido de los habitantes de Qingtian, seguido de Italia. "En estos dos países es más fácil obtener el visado, debido a su política migratoria", explica Li, de 62 años, encargado del museo municipal sobre la historia de los chinos de ultramar.

Un mapamundi con la distribución de los emigrantes en un total de 123 países da fe. De los 210.605 vecinos que en junio de 2005 vivían en el extranjero, 45.000 están en España y 42.000 en Italia, frente a 13.000 en Francia o 7.200 en Estados Unidos. En una de las vitrinas del pequeño museo, que Li abre para el visitante, hay una figura de un matador y un toro.

"España e Italia superan al resto de la Unión Europea junto en visados de residencia, debido a sus regulaciones y a los medios de control no adecuados. La legislación española es bien intencionada, pero está mal adaptada al mundo real. Es fruto de un país que fue de emigrantes", explican fuentes cercanas al consulado español en Shanghai. Según el Instituto Nacional de Estadística, en España vivían 98.100 chinos a 1 de enero de 2006, 10.369 más que el año anterior.

Li afirma que "cada día salen tres o cuatro autobuses hacia Shanghai con gente para coger el avión". "Emigran porque tienen amigos o familiares fuera. Esto hace que el grupo sea cada vez más grande", dice. Uno de sus hijos, de 21 años, se fue en 2005 a Granada, donde trabaja en la tienda de un conocido, también chino. "Me llama de vez en cuando, y dice que gana unos 600 euros al mes".

Zhou Suzhu, de 52 años, que regenta una frutería, también tiene un hijo en Barcelona. "Le ayudó un amigo de mi hermano pequeño, que tiene una empresa de construcción. Tiene 24 años, y ya lleva tres allí. Gana 1.200 euros al mes, pero dice que hay gente en restaurantes que sólo cobra 400 euros".

Restaurantes y tiendas de todo a cien son dos de las principales actividades de los emigrantes. Zhang Ping, una mujer de 33 años que regresará en unos días a España tras haber pasado dos meses de vacaciones en Qingtian, tiene una de estas tiendas en Madrid. "Toda mi familia, incluidos mis otros cuatro hermanos, están en Madrid. Aquí sólo quedan mis padres. Pero la vida en España no es fácil. Hay muchos robos. Llevo seis años allí, pero me arrepiento en cierto modo de haberme ido".

El dinero de la emigración -que en esta ciudad tiene una tradición de más de un siglo, y comenzó hacia Japón y Singapur- ha cambiado la fisonomía de la ciudad. Ha financiado escuelas, hospitales, edificios y carreteras. En 2000, las remesas ascendieron a 227 millones de dólares.

Zhang reconoce que hay emigrantes que llegan ilegalmente a España, y que una vez le ofrecieron 3.000 o 4.000 euros "para que ayudara a alguien de Qingtian sin parientes en España. No lo hice, es demasiado arriesgado".

"Casi todos los que vuelven son gente mayor", explica Xu Zhaowei, una empleada de la agencia municipal encargada de promover las inversiones de los emigrantes. Regresan para pasar sus últimos días en su tierra.

Ciudadanos de Qingtian, ante el puente sobre el río Ou.
Ciudadanos de Qingtian, ante el puente sobre el río Ou.JOSÉ REINOSO

'Sin papeles' con papeles

LA MAYORÍA de los inmigrantes chinos que llegan a España fraudulentamente lo hacen con papeles teóricamente en regla. Existen dos tipos de visado para los ciudadanos chinos: de corta duración -hasta tres meses- y de residencia. El primero es para quienes viajan por turismo o negocios.

El fraude se produce en el visado de residencia. Éste puede darse a personas que disponen de un contrato de trabajo emitido por una empresa en España, a ciudadanos que piden la reagrupación familiar o a estudiantes.

"Hay compañías -casi todas regentadas por chinos- que solicitan la autorización de la subdelegación del Gobierno para llevar trabajadores, como cocineros, que, según dicen, no encuentran en España", afirman fuentes consulares. Una vez logrado el permiso, el emigrante hace el papeleo en el consulado español en China. "A cambio, la empresa empleadora le exige pagar entre 120.000 y 160.000 renminbi [11.700 a 15.600 euros], o que trabaje gratis o por una miseria varios años. Hay un mercado de esclavos", añaden los mismos medios.

En las reagrupaciones familiares también hay fraudes, debido a la presentación de documentos falsos. El consulado de Pekín otorgó 11.963 visados de corta duración en 2005, y 2.363 de residencia en 2005, y el de Shanghai, unos 5.000 y 11.000, respectivamente.

China

Más allá del 'todo a cien', los inmigrantes chinos han ampliado su campo a actividades como el comercio y la fabricación, y gestionan empresas con empleados españoles.

Este cambio es el reflejo de lo que ha ocurrido dentro de sus fronteras, especialmente desde que entró en la OMC (Organización Mundial de Comercio) en 2001. Con 1.300 millones de habitantes, y un crecimiento medio del 9,6% anual desde 1979, China es ya un socio imprescindible. En 2005 se convirtió en la cuarta economía mundial -en renta 'per cápita' era la 107ª en 2004- y es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

La China que fue comunista -y que sigue regida con poder absoluto por un partido que enarbola dicho nombre- hace mucho que permutó el marxismo por el capitalismo, en algunos casos de la forma más cruda, como educación y medicina de pago, aunque sean públicas.

Para los líderes chinos, encabezados por el presidente, Hu Jintao, la estabilidad, el desarrollo y lo que consideran el interés colectivo tienen prioridad por encima de todo lo demás.

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