Otro 'Prestige'

Arde Galicia. La desesperación y el humo nublan mis ojos. Estoy llorando por ésta mi tierra, hermosa como la que más, maltratada como ninguna. ¿Por qué? Es el grito de muchos gallegos que no acertamos a comprender quién puede ser capaz de quemar el futuro, nuestro futuro, el suyo propio. El infierno del Prestige vuelve y las cadenas humanas se suceden. También la impotencia. Algún político aprovecha la situación para apagar el fuego con la manguera de regar los tomates, inmortalizando la desvergüenza de cierta clase política que sigue buscando en el drama humano la rentabilidad política.

Hoy somos un pueblo que sangra, y la sangre no tiene color político. O sí, el gris de las cenizas que nos cubren. Pero en mi tierra ni siquiera esto nos une. Y yo me pregunto: ¿Cuál puede ser la razón que lleve a un pueblo como el mío a suicidarse de tal modo, destruyendo lo que en esencia lo define como singular y único? Después abordemos entre todos las medidas de prevención, la limpieza de los montes, el abandono del medio rural o la escasez de medios. Pero antes, que alguien me explique este absoluto desprecio por lo nuestro, ese continuo flagelarse.

Y permítanme, desde mi infinita tristeza, ser irracional por una sola vez: ¡que ardan en su propio infierno esos asesinos incendiarios, y vosotros, políticos, dejad de echar leña al fuego, vosotros sois, ante todo, personas, hijos de esta tierra y de la Tierra, y si seguimos así, todos acabaremos quemados.