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Reportaje:

La muerte es rutina en el Cáucaso

Pese a la caída del guerrillero Basáyev, la violencia sigue en Chechenia y zonas vecinas

Pilar Bonet

Las esperanzas de que la muerte del comandante guerrillero Shamil Basáyev hiciera menguar la violencia en el Cáucaso del Norte no se han cumplido. Un mes después de que Basáyev fuera pulverizado en una explosión el 10 de julio, los atentados y asesinatos son parte de la vida cotidiana en Chechenia y los territorios colindantes de Daguestán e Ingushetia. Ayer, el estallido de un coche bomba en Buinaks (Daguestán) costó la vida al fiscal de aquella localidad, y el ministro del Interior de la república, Adilgeréi Magomedtagírov, fue objeto de una emboscada en la que perecieron dos de sus guardaespaldas.

La ideología de la guerrilla caucásica evolucionó con el tiempo desde el independentismo a un proyecto islamista radical. Los guerrilleros, de distinto origen, se aglutinan ahora en torno a dos curtidos comandantes, el checheno Doku Umárov y el daguestano Rappani Jalílov. El primero es el líder oficial del separatismo y actúa sobre todo en el oeste de Chechenia e Ingushetia; el segundo, en el Este de Chechenia y en Daguestán, afirma Marko Shajbánov, analista del semanario daguestano Chernobik.

Los sucesos del último mes incluyen la muerte de 13 jóvenes, varios de ellos menores de edad, que fueron exterminados por fuerzas de seguridad de Chechenia (subordinadas al Estado ruso) en una emboscada en el río Aksáy, en la frontera administrativa con Daguestán. El primer ministro del Gobierno prorruso checheno, Ramzán Kadírov, presentó este caso, ocurrido en la madrugada del 13 de julio, como una operación contra una banda guerrillera de Daguestán que se dirigía a Chechenia para realizar "actos terroristas".

Según Shajbánov, los jóvenes que perecieron eran miembros de la comunidad chechena residente en Daguestán y formaban parte de un grupo de 18 chicos que abandonaron sus hogares en las inmediaciones de Jasavyurt y, acompañados de dos adultos que les habían "reclutado", se marcharon hacia Chechenia en un microbús la noche del 12 de julio. Al amanecer, vestidos con traje de camuflaje y en parte armados se dirigieron al río Aksái.

El grupo fue abandonado por sus acompañantes y, al vadear el río, fue acribillado por un nutrido tiroteo desde la ribera chechena. De los 13 muertos, 9 eran menores de 18 años (dos tenían 15 años y uno 14). Según Shajbánov, los jóvenes se dejaron reclutar "voluntariamente" para ir a Chechenia "por razones ideológicas y no económicas". A los padres les contaron que se iban de "excursión al mar". Parte de los parientes denunciaron que sus hijos fueron "rematados".

En su último informe sobre Chechenia, el grupo de defensa de Derechos Humanos Memorial constata una disminución del número de desapariciones y asesinatos en la república de 2004 a 2005. Svetlana Gánnushkina, autora del informe, señala, sin embargo, que los habitantes de Chechenia tienen miedo a denunciar los delitos porque éstos no se investigan. En 2006, en Chechenia han sido asesinadas 47 personas y secuestradas 125, de las cuales 63 han sido liberadas, y otras 8, encontradas muertas. En 2005 contabilizaron 192 asesinatos y 316 secuestrados, de los cuales 127 desaparecieron. En 2004 hubo 310 asesinatos y 448 secuestros, de cuales 203 desaparecieron.

Objeto de presiones son los abogados que presentan recursos contra el Estado ruso en el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Osmán Bolíyev, uno de ellos, ha pedido asilo en el Alto Comisariado para los Refugiados de la ONU en Ucrania. Bolíyev, residente en Daguestán, pasó seis meses encarcelado, sufrió torturas y fue finalmente absuelto de los cargos que se le imputaban. Pero los órganos de orden público de Daguestán no se resignan y han vuelto a acusarle, esta vez de haberse unido a la guerrilla chechena en 2000.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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