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Acampados contra el resultado electoral

Miles de seguidores de López Obrador ocupan y duermen en el centro de la capital mexicana para exigir el recuento

La vida de millones de personas ha cambiado en la Ciudad de México debido al caos que provoca la gigantesca acampada que realizan desde hace una semana unos 20.000 seguidores del izquierdista candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, acampados a lo largo de siete kilómetros de la principal avenida de la ciudad. Protestan por lo que consideran un fraude electoral a su líder. Todo comenzó la noche del 30 de julio y nadie sabe cuándo terminará, sobre todo después de que el Tribunal Electoral rechazara el sábado la exigencia de López Obrador de que se recuenten todos los votos de la elección del 2 de julio, condición que impuso para que sus seguidores vuelvan a sus casas.

Todo comenzó el 30 de julio, a petición del candidato, y nadie sabe cuándo terminará
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La escenografía del paseo de la Reforma, una de las vías más importantes de la capital mexicana -por la que circulan a diario cerca de cuatro millones de vehículos-, así como una gran parte del centro histórico de la ciudad, está convertida en residencia de seguidores de la coalición Por el Bien de Todos, y son una pesadilla para los mexicanos que viven, trabajan o tienen que cruzar a diario la zona, convertida en un gigantesco campo de guerra política.

López Obrador convocó a sus seguidores a instalar 47 campamentos, y como hongos brotaron tiendas de campaña y grandes carpas para alojar a los disconformes con los resultados electorales, que, según el Instituto Federal Electoral, ganó el conservador Felipe Calderón. La limpieza del proceso fue respaldada por los observadores nacionales y extranjeros.

Desde hace una semana, las actividades de millones de mexicanos están marcadas por las manecillas del reloj político del candidato de la izquierda, que vive y duerme en la plaza de El Zócalo, epicentro de la gran acampada, donde la discusión política es el alimento principal de sus moradores, y a quienes nada parece importar las incomodidades, la lluvia o el frío, pues todo mundo allí está convencido de que defiende la democracia.

La noche de cada día comienza con un mensaje de López Obrador. La "asamblea informativa" se realiza unos minutos después de las siete de la tarde, y en todas las celebradas, López Obrador se resiste a aceptar la victoria de Calderón, acompañado de gritos de "Obrador, Obrador... Presidente, Presidente".

Frente al Palacio Nacional, hoy convertido en museo, López Obrador insiste cada día en que ganó los comicios. Ahora, su nuevo mensaje de rechazo al Tribunal Electoral, que no accedió a su exigencia de contar todos y cada uno de los más de 41 millones de los votos emitidos en las elecciones presidenciales. Momentos después de que el sábado los magistrados decidieran realizar un recuento en sólo el 9% de las 130.000 mesas electorales, los inquilinos de los campamentos lanzaron consignas como "traidores", "vendidos", "si no hay solución habrá revolución", y sobre todo el lema que se ha convertido en himno del movimiento de resistencia civil: "Voto por voto, casilla por casilla [mesa por mesa]".

En la casa de campaña del Estado de Coahuila, donde duermen entre 150 y 300 personas cada noche, Francisco Navarro cuenta que en su campamento lo primero que se hace cada día es leer la prensa y armar comisiones que reparten información en el metro y las calles de la ciudad. Reniega de quienes dicen que se trata de un movimiento subvencionado, y afirmó que en Saltillo dejó su negocio, "un pequeño restaurante, en el que ya me van a cortar la luz, pero aquí seguimos hasta que el cuerpo aguante".

Una de estas noches de acampada, Agustín Guerrero, dirigente del PRD en la Ciudad de México, escuchaba al lado de decenas de personas a Gabino Palomares interpretar la canción El Barzón. Aseguró que todo está bien en los campamentos, y que más allá de algunos casos de gripe, todo ha sido tranquilo. Sin pensarlo, aseguró que"el asunto de la comida está resuelto, tenemos para 15 días". Habló de que la organización ha sido excelente, la higiene es tarea primordial en la acampada, lo mismo que las actividades culturales y políticas.

En el Zócalo y sus alrededores cada noche es como una fiesta popular; hay tiempo para la exhibición del vídeo El señor López, del cineasta Luis Mandoki, transmisiones de la radio comunitaria, juegos infantiles, talleres de arte y grabados. Nadie duda del triunfo: "Está claro que se trató de un fraude, hay pruebas", dice vehemente Fernando Cruz, un estudiante del Colegio de Bachilleres, idea que comparten los radicales del Frente Francisco Villa, uno de cuyos líderes, ante la interrogante, sólo contestó: "Pinche prensa vendida". El norteño Francisco Navarro se niega a "aceptar que pudo haber ganado Felipe, pero una cosa les digo: si hay recuento, se reconocerá al que gane. Nosotros queremos que gane López Obrador, pero...", afirmó echando mano de su experiencia política.

Cada noche a las once, las luces se van apagando en las tiendas de campaña; es hora de apagar las televisiones, las radios, los equipos de sonido, de bajar el volumen. Hay que dormir. Todo mundo está de acuerdo. Sólo los encargados de la vigilancia recorren el campamento o se sientan a tomar café y comentar la jornada en voz baja. A las siete de la mañana, o un poco antes, la gente despierta y forma pequeños grupos para desayunar, pero sobre todo para comenzar a planear el día, la nueva etapa de "resistencia civil".

Un seguidor del candidato presidencial mexicano López Obrador, ayer ante el Tribunal Electoral.
Un seguidor del candidato presidencial mexicano López Obrador, ayer ante el Tribunal Electoral.REUTERS

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