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Reportaje:

Llegó la barca y la fiesta se acabó

Jóvenes campistas auxilian a 97 inmigrantes en la costa de Tenerife

No hacía mucho que había empezado la fiesta. Noche del sábado, música, bebida y buen rollo. Todo a punto para una inolvidable jornada de acampada... Pero llegó una embarcación cargada de inmigrantes.

Jesús, un veinteañero, había elegido la playa de El Confital, en el municipio tinerfeño de Granadilla de Abona, para pasar el fin de semana en casetas de campaña junto a sus amigos. Después de un rato de diversión, uno de ellos alertó al ver una sombra cerca de la orilla: "¡Una patera!". Todos rieron lo que creían una broma. Cuando comenzaron a ver cómo algunos de los campistas, del centenar que había allí esa noche, respondían con la luz de sus linternas a los avisos que con las suyas hacían los inmigrantes en demanda de ayuda, "la fiesta se acabó en un segundo", señala Jesús. A la una y media de la madrugada.

Era la tercera vez en una semana que un cayuco llegaba a una playa de este municipio. Días atrás, otras dos, con 88 y 49 personas, respectivamente, arribaban a la playa de La Tejita, a escasos 100 metros de distancia de la de El Confital.

Jesús recuerda que los subsaharianos, exhaustos, "se caían del cayuco cuando éste tocó la arena". No tenían fuerzas para dar tres pasos seguidos. El generador eléctrico y el foco que utilizaban para iluminar la pista de baile que habían improvisado en la arena de la playa para su fallida fiesta sirvió para dar luz al trozo de orilla en el que, rendidos, se iban colocando los sin papeles recién llegados.

Las imágenes de otros días se repetían. Las mantas, toallas, comida y agua de los campistas se hacían pocas para aplacar el hambre, la sed y el frío que traían consigo después de una semana de viaje, según relató uno de los viajeros a Emilio, otro de los acampados en la playa, que comenta cómo vio que entre los restos del cayuco "había carbón, para hacer comida durante el viaje, y aparejos de pesca". Ahora, todos esos restos, junto a una veintena de bidones amarillos en los que traían el agua, y la propia barcaza, imponente, embarrancada en medio de la playa, recuerdan a los visitantes del lugar el drama humano que se vivió aquí hace tan sólo unas horas.

Miguel, de 18 años, fue otro de los que ayudó, a su manera. "Cada vez que encendía un cigarrillo, alguno me hacía el gesto con sus dedos para que le diera uno. Me gastaron una cajetilla". Su amigo Adrián, de la misma edad, que facilitó a los inmigrantes varias de sus toallas, no olvidará este fin de semana. Acaba de venir de dar una vuelta por la playa de La Tejita, y relata que ha tenido que rescatar del mar el cuerpo ahogado de un turista italiano. Lo cuenta como si no le hubiera pasado a él, y vuelve a recordar el episodio del cayuco: "Mi padre siempre está diciendo que ya está harto de 'estos extranjeros' que llegan así. Ya me gustaría verlo aquí. Seguro que se echaba a llorar, igual que la gente de su edad que los estaba ayudando anoche en la playa".

Fueron los propios campistas los que avisaron a los servicios de emergencia, que llegaron al lugar media hora después de que arribara la embarcación. Otra vez tuvieron que colaborar, trayendo desde los coches de la Cruz Roja -que no podían acceder hasta la playa por el mal estado del camino de tierra que llega desde la carretera- las bolsas con la ropa y el calzado que se da a los inmigrantes.

Sólo un vehículo todoterreno de esta ONG pudo acceder a la orilla. Y tuvieron que empujar para sacarlo, porque se quedó embarrancado en la arena. Jesús cuenta todo esto mientras moja trocitos de pan bizcochado en un bote de salsa boloñesa para espaguetis. "Es lo único que nos queda después de darle toda nuestra comida a los inmigrantes. Por eso hemos adelantado la vuelta a casa para hoy. Nos íbamos a quedar hasta mañana".

Dice Adrián que volvieron a poner la música cuando la policía se llevó a los sin papeles. "Más que nada, para intentar levantar los ánimos, ¿sabes?".

Dos policías ayudan a un menor rescatado ayer por Salvamento Marítimo en aguas de Tenerife.
Dos policías ayudan a un menor rescatado ayer por Salvamento Marítimo en aguas de Tenerife.ASSOCIATED PRESS

308 'sin papeles' en tres piraguas

La embarcación que llegó la madrugada del sábado al domingo con 97 inmigrantes a bordo al municipio de Granadilla de Abona (Tenerife) no fue la única que arribó a las costas de Canarias en el día de ayer. Lo hicieron, además, otras dos, con 104 y 107 inmigrantes respectivamente.

Los primeros fueron trasladados por una embarcación de Salvamento Marítimo hasta el puerto tinerfeño de Los Cristianos, adonde llegaron a las diez y media de la mañana. Entre los viajeros se encontraban seis menores de edad, según informaron ayer fuentes de la Subdelegación del Gobierno en Canarias.

El otro cayuco llegó también en la mañana de ayer al puerto de San Sebastián, en la isla de La Gomera. Fuentes de la Cruz Roja afirmaron que los inmigrantes fueron avistados por primera vez cerca de Valle Gran Rey, donde unos pescadores les tiraron sus amarras para trasladarlos al puerto de este municipio. Después de soltar ellos mismos las amarras al enterarse de que no estaban en Tenerife, una embarcación de Salvamento Marítimo que había salido en su búsqueda los llevó hasta la capital de la isla.

Entre las 107 personas que viajaban en el cayuco se encontraban cuatro menores. Tres de los inmigrantes tuvieron que ser hospitalizados por hipotermia. Los irregulares fueron trasladados posteriormente hasta Tenerife.

En esta isla, el Centro de Internamiento de Extranjeros de Hoya Fría acoge a 236 inmigrantes, dos plazas menos del máximo que dispone. Las instalaciones militares de Las Raíces, con 1.500 plazas totales, albergan a 570 irregulares.

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