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Reportaje:

"Me haré española para poder casarme"

Una lesbiana portuguesa cambia de nacionalidad para evitar las trabas de su país respecto a las bodas gays

No es una boda por interés; es auténtico interés por una boda. Tanta ilusión que A. G. F., una lisboeta de 36 años, lleva un año luchando contra la burocracia de su país para casarse con quien es su pareja desde hace seis. El problema es que A. G. F. no está enamorada de un hombre. Lo está de otra mujer, una española de la que sólo quiere decir que trabaja en el servicio doméstico.

"Hace un año, cuando se aprobó la ley del matrimonio homosexual, nos hizo mucha ilusión. Fuimos a enterarnos de qué papeles se necesitaban para casarse, y, con la lista del Registro, fui al consulado. Ahí todo fue bien hasta que el funcionario me dijo que para qué quería la partida de nacimiento. Le dije que para casarme. El me contestó que, aparte de pagar un dinero, tenía que presentarme en el consulado con él. '¿Cómo que con él? Yo quiero casarme con mi mujer', respondí yo. Entonces, el hombre se levantó, se metió en un despacho y cuando salió me dijo que no podía ser. Ahí se desmoronó todo", recuerda la mujer, que trabaja de cocinera en un restaurante del centro de Madrid.

"Es la mujer que quiero, y de una manera u otra lo conseguiremos"

Por lo visto, aquel era el primer caso que iba al consulado a pedir los papeles para un matrimonio entre personas del mismo sexo. "El funcionario me trajo un papel, que no me dejó fotocopiar, en el que me decía que no tenía permitido realizar ninguna forma de trámite para una boda así", añade A. G. F. .

"Lo primero que hice fue llamar a mi mujer, pero ella sólo pudo consolarme", continúa su relato. Pero la pareja no se ha dado por vencida. "Es la mujer a la que quiero, y de una manera o de otra vamos a conseguir casarnos", dice la portuguesa de su pareja, con la que vive desde hace seis años en una casita en Mejorada del Campo, un pueblo de 20.000 habitantes que está 25 kilómetros al este de Madrid.

Para conseguir su objetivo de casarse, las dos mujeres han abierto otro frente: "Me haré española para poder casarme, dice A. G. F.. "Cuando dentro de dos años consiga la nacionalidad, podremos celebrar la boda", afirma convencida la todavía portuguesa.

"Lo irónico es que para la nacionalidad me piden también la partida de nacimiento, pero esta vez no me han puesto ningún inconveniente", relata la mujer. El hecho de que todavía tenga que acudir varias veces al consulado es el que empuja a A. G. F. a mantener el anonimato. "No quiero que se molesten y me pongan más pegas", afirma.

Tanto empeño sólo tiene una causa, insiste la portuguesa: quiere a su mujer, como la llama durante toda la conversación. "Podíamos apuntarnos como pareja de hecho, pero la boda me da más seguridad", dice.

A dos años vista, las dos comentan con frecuencia cómo será la ceremonia. "Invitaré a toda mi familia", dice la portuguesa. "Con ellos no tengo ningún problema". Más complicado está el asunto con la familia de su mujer. "Me conocen y me quieren, pero no como la pareja de su hija. Por lo que la hemos oído cuando han salido otros casos por la tele, su madre no lo aceptaría. Hay algunos miembros de su familia a quienes sí invitaríamos, pero entonces se enteraría todo el pueblo", comenta con resignación.

El consulado de Portugal en Madrid confirma que hay instrucciones de no tramitar los papeles de sus ciudadanos si son para una boda gay. "Este Consulado General se ve en la imposibilidad de emitir un certificado de capacidad matrimonial a favor de una ciudadana portuguesa que pretenda celebrar matrimonio civil en España con una persona de su mismo sexo. Esta imposibilidad, de acuerdo con instrucciones y parecer emanados de la Dirección General de los Registros y Notariado portuguesa, se debe a que tal certificado de capacidad matrimonial se destinaría, en el caso que nos ocupa, a matrimonio entre personas del mismo sexo, contrato que no es considerado válido y plenamente eficaz en el ordenamiento jurídico portugués", afirma el vicecónsul en una nota remitida a este periódico.

Esta prohibición se basa en dos artículos del Código Civil portugués. El 1.577º, que dice que "el matrimonio es el contrato celebrado entre personas de sexo diferente que pretendan constituir familia mediante plena comunión de vida", y el 1.628º: "Es jurídicamente inexistente [...] el matrimonio contraído por dos personas del mismo sexo", explica Ferreira.

El vicecónsul, sin embargo, sugiere una solución: que las mujeres intenten tramitar el matrimonio sin esos papeles. "Hay portugueses que se casan en España que lo hacen", indica.

"Ya sabemos que el matrimonio no es válido en Portugal, pero donde vivimos y queremos casarnos es en España. Los ciudadanos de otros países sí que han podido casarse", rebate indignada A. G. F., quien se pregunta si el Gobierno español no podrá hacer algo para facilitarle el proceso.

La todavía portuguesa A. G. F, ayer, en una calle de Madrid.
La todavía portuguesa A. G. F, ayer, en una calle de Madrid.SANTI BURGOS

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