El horror
Vista la guerra de Líbano por televisión, por los telediarios, hay que reconocer que está siendo muy distinta a las dos últimas guerras en directo aunque el balance sangriento empiece a parecerse. La primera conclusión que salta a la vista y nos hace apartar la mirada de la pantalla es que ahora ya no se trata de una guerra (también asimétrica) basada en la puntería como ciencia exacta, como ocurrió en las dos anteriores de Bush senior y junior. Las imágenes de la zona sólo nos muestran, en uno y otro bando, misiles que han errado estrepitosamente sus objetivos militares y siembran las ruinas civiles de cadáveres civiles. Nada esta vez de guerra quirúrgica retransmitida desde el punto de vista del misil matemático, sólo daños colaterales e información cero sobre los objetivos militares alcanzados.
El problema no sólo es tecnológico porque todas las guerras, desde el principio, se fundaban en el acierto de sus armas de precisión, pero desde que la puntería se convirtió en ciencia exacta hubo un pacto moral que luego se tradujo en norma de derecho internacional: terminantemente prohibida la guerra total aunque se toleren las quirúrgicas de dudosa moralidad. Viendo por televisión las terribles imágenes de Líbano, hemos vuelto a las andadas, sin la menor distinción entre objetivos militares y civiles. Y en esto sigo al pie de la letra el reciente artículo de José María Ridao, el único hasta el momento que logra situarse fuera de ese simplificador maniqueísmo dominante y siempre de raza ideológica.
No es que eche de menos la puntería militar (USA) de las dos últimas guerras vistas en la pantalla, es que nuestros ojos ya no están preparados para escabechinas civiles aunque todavía sea muy grande la asimetría entre el fuego a discreción y sin distinción del Ejército del Estado de Israel y esos misiles ciegos lanzados por esa facción militar incontrolada del Estado de Líbano que es Hezbolá. El resultado final no distingue bandos ni ideologías y ahí están esas insoportables imágenes de guerra total. "El horror", que murmuró Marlon Brando al final de Apocalipsis now.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.