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Reportaje:

Dos países en blanco y negro

No acabamos de creernos el hecho -uno de los actos más implacables de desidia y desprecio a la cultura por parte de la clase política- de que la especulación y la chapuza se han instalado en el despacho de dirección del Museo Picasso de Barcelona. En este país ya no sólo se recalifican terrenos y se compran voluntades o silencios. El auge de la construcción de carreras meteóricas ha alcanzado el mundo del arte, de manera que ahora es posible recalificar comisarios y directores de museo con total impunidad. Lo que antes era un profesional de secano, poco apto para dejar crecer en él un oasis de ideas, repentinamente hoy puede ser valorado como un joven exuberante, pujante y de eficacia galáctica. Más grave aún es que, deseando huir de la soledad del desierto, los mismos que ocupaban aquellos despachos y que ahora, también recalificados, disfrutan de mejores vistas, callan y se esfuerzan con denuedo por sacudirse cualquier responsabilidad. Semejante cicatería comienza precisamente con la conciencia plana de ciertos responsables políticos, que en su día se llenaron la boca proclamando para el museo más visitado de Barcelona la excelencia que hoy todos le exigen.

Fue el cine neorrealista el elemento que más impulsó el abandono de la estética conservadora de antes de la guerra

Sin embargo, sin tales personajes habría menos vida en el arte y menos arte en la vida. Rufianes, chanchulleros, cómicos, alguaciles, compadres. Un espejo transfigurador al borde de la naturaleza humana, y que encuentra en Miradas paralelas. La fotografía realista en Italia y España, su correlato más verosímil. La muestra se exhibe en el MNAC, un museo con toda su ansiedad latente, y el placer que nos produce su visita, aunque éste sea un placer culpable. El título no podía ser más adecuado a la hora de dramatizar cualquier razonamiento a favor de una enmienda a toda esa cultura ultrajada que algunas voces privilegiadas ya han defendido con perseverancia. En Miradas paralelas aparece, también, todo ese mundo del estraperlo, ligado al desarrollo industrial y crecimiento descontrolado de las ciudades, del barraquismo, la miseria, la autarquía feudal y la marginación en los años siguientes a las respectivas posguerras en Italia y España. La exposición supone un encuentro múltiple con los mejores ejemplos de construcción de la realidad social por parte de profesionales y amateurs, desde su aventura poética e individual que se relaciona estrechamente con la memoria, o dicho con palabras de Vázquez Montalbán, "cuando una dictadura gana una guerra civil, una de las primeras cosas que hace es extirpar la memoria de los vencidos, ellos no tienen derecho a tener memoria, porque, de esta manera, se extermina una parte de su identidad. En todas las literaturas en que se produce una situación de urgencia contra los totalitarismos, una de las primeras cosas que hacen los escritores es recuperar la memoria prohibida".

Xavier Miserachs, Ramon Masats, Català-Roca, Joan Colom, Gabriel Cualladó, Eugenio Forcano, Carlos Pérez Siquier, Gerardo Vielba, Ricard Terré, Oriol Maspons, Julio Ubiña, Colita y Carlos Saura adoptan el realismo para integrar la fotografía en el contexto cultural de un país oscuro e inerme como una figura de mazapán, al que sólo el gesto de la escritura con luz puede dar un impulso vitalista y el ritmo que le emancipe de su historia reprimida. Aquella "vanguardia fotográfica" estuvo vinculada a asociaciones fotográficas españolas -AFC en Barcelona, RSF en Madrid, AFAL en Almería- y europeas -La Bussola, Grupo Friulano y La Góndola en Italia, el Club 30 x 40 en París-. Pero fue el cine neorrealista italiano el elemento que en la práctica tuvo más que ver en los nuevos planteamientos creativos que abandonaron definitivamente la marcada estética conservadora de antes de la guerra, interesada casi en exclusiva en un "arte fotográfico" de bodegones, retratos y paisajes de estética pictorialista.

Tampoco hay que olvidar la

enorme influencia que tuvo en el realismo fotográfico español la straight photography (fotografía directa) de los norteamericanos W. Eugene Smith (1918-1978) y Paul Strand (1890-1976), este último considerado el pionero del realismo moderno y nexo de unión entre las prácticas norteamericanas y europeas. Otro ascendente imprescindible: la gran exposición de tintes humanistas The family of Man, presentada en el MOMA de Nueva York en 1955. En el caso de la Italia Dolens, recreada en espacios existenciales, lugares donde el fotógrafo se relaciona con la humanidad, el gran ideólogo y difusor del espíritu neorrealista fue Cesare Zavattini, quien catalogó la nueva visión como estética de "atención social". El neorrealismo -solía decir- no es nada, sólo una idea, un punto de vista, una actitud moral. Enrico Pasquali, Pietro Donzelli, Toni del Tin, Franco Pinna, Enzo Sellerio o el más expresionista Mario Giacomelli ilustran esa mezcla de extrañeza y participación, de afecto y rechazo, tormento y nostalgia, que todavía sobrevive en el kenoma italiano de hoy, ese vacío cósmico en el que erramos y lloramos. Ese estado de ánimo tan contagioso.

Miradas paralelas. La fotografía realista en Italia y España. MNAC. Palau Nacional de Montjuïc. Hasta el 3 de septiembre.

Foto del italiano Mario Giacomelli, de la serie 'Yo no tengo manos que me acaricien el rostro, 1961-1963'.
Foto del italiano Mario Giacomelli, de la serie 'Yo no tengo manos que me acaricien el rostro, 1961-1963'.
Foto de Gabriel Cualladó de un niño  en la plaza Mayor, de Madrid, en 1959.
Foto de Gabriel Cualladó de un niño en la plaza Mayor, de Madrid, en 1959.
Niñas en Liérganes (Cantabria), en una foto de Gerardo Vielba de 1968.
Niñas en Liérganes (Cantabria), en una foto de Gerardo Vielba de 1968.ARCHIVO FAMILIA VIELBA

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