Construyendo
Como es bien sabido, el sector de la construcción viene siendo desde hace años el más dinámico de la economía española. En torno a un crecimiento medio anual del PIB entre 1997 y 2005 del 3,8%, la industria quedó un punto porcentual por debajo de esta tasa, los servicios avanzaron al mismo ritmo y la construcción, un 6,4%. Más acentuadas son las divergencias si nos atenemos al avance del empleo, que, en el mismo periodo y en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, ha aumentado en este último sector nada menos que un 8,6% medio anual, frente a un 3,5% en el conjunto de la economía. Nótese, de paso, algo que a los analistas nos suscita muchas dudas: la productividad aparente por ocupado en la actividad constructora ha descendido nada menos que a un ritmo del 2,4% anual. Y eso que ahora los túneles se hacen con gigantescas tuneladoras, que si se hicieran a pico y pala...
La construcción va a superar de nuevo este año las previsiones de crecimiento y de creación de empleo
Desde el punto de vista del gasto en construcción, la vivienda ha sido con mucho el agregado más dinámico, con un crecimiento real medio del 8,4%. Si tenemos en cuenta, además, que los precios de la misma han aumentado mucho más que los del resto, su peso en el total de este agregado ha aumentado notablemente, hasta suponer más del 50% del mismo. Como porcentaje del PIB, en 2005 alcanzó el 8,8%, frente a menos del 5% en 1997. Son muchos los factores que explican este boom de la vivienda (que, por cierto, ningún modelo supo anticipar ni sabe decirnos cuánto durará y cómo terminará): la accesibilidad a la financiación, al reducirse los tipos de interés hasta cifras prácticamente cero en términos reales y ampliarse los plazos de amortización de los préstamos hipotecarios; el rápido crecimiento del número de hogares por la inmigración, el alargamiento de la esperanza de vida y el aumento de los divorcios y separaciones; el avance del empleo y la caída del paro; la demanda de segunda residencia, tanto nacional como extranjera; y, sin ánimo de agotarlos todos, la demanda como inversión alternativa a los activos financieros. El caso es que en 2005 se registraron 730.000 visados de viviendas nuevas, cifra que podría alcanzar los 800.000 en 2006 de mantenerse el ritmo de crecimiento que se observa hasta abril. En 1997 dichos visados fueron 272.600.
Tras este frenético y prolongado ciclo expansivo, durante el que los precios se han multiplicado casi por tres, hace tiempo que los analistas de la coyuntura y los expertos venimos augurando un ajuste, eso sí, suave, para no asustar, hacia cifras más cercanas a lo que se considera la demanda sostenible a largo plazo. Los datos de 2005 parecían apuntar en ese sentido: el crecimiento de la superficie a construir se acercó a cero en el tercer trimestre y los precios de la vivienda nueva se desaceleraron, hasta crecer sólo un 10% en el cuarto. Sin embargo, una vez más, la realidad nos ha sorprendido. Durante el último trimestre de 2005 y los primeros meses de 2006 el sector de la construcción, y concretamente la vivienda, han vuelvo a repuntar (gráficos izquierdo y central), lo que se ha reflejado en una nueva aceleración de los precios. Los indicadores adelantados, como los visados y la licitación oficial (gráfico derecho), permiten prever que, al menos este año, la construcción va a superar de nuevo las previsiones de crecimiento y de creación de empleo. Y eso, unido a la recuperación de la industria, puede impulsar al conjunto de la economía también más alto de lo que estamos pensando.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.