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La peripecia de un rescate

Interior envía un avión a Malta para repartir a los inmigrantes del pesquero en cinco países

Las autoridades de la isla permitirán hoy al barco entrar al puerto y desembarcar a los náufragos

El Ministerio del Interior enviará en las próximas horas a Malta un avión para recoger a 43 de los 51 inmigrantes que el viernes fueron rescatados por el pesquero español Francisco y Catalina cuando se hallaban a la deriva al sur de Malta. El Gobierno español ha alcanzado un acuerdo para distribuirlos de la siguiente manera: España acogerá a 15, Libia a 10, Italia a 10 y Andorra a ocho. Otros ocho náufragos se quedarán en Malta.La embajadora de España en ese diminuto Estado de la Unión Europea, Marta Vilardel, ha anunciado que el Gobierno local permitirá hoy al pesquero, que lleva cinco días detenido y vigilado por una patrullera a 14 millas de La Valeta, acercarse al puerto y desembarcar a los náufragos.

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El desenlace de la aventura del Francisco y Catalina parece seguro. Los esfuerzos de la diplomacia española han concluido en un acuerdo que beneficia claramente a Malta, país que, según las leyes marítimas internacionales, debió haber acogido a los náufragos. Pero Malta se negó alegando que el rescate se había producido en aguas cuya responsabilidad de salvamento corresponde a Libia. Al final es España, país de bandera del pesquero, quien corre con el reparto y asume, además, el contingente más numeroso.

El secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino León, justificó así las concesiones españolas: "Las consideraciones legales harían que fuesen Libia, en primer lugar, y Malta, en segundo, los países que deberían acoger a los inmigrantes. Pero éstos ya llevan varios días a bordo. Es una situación inaceptable que está alcanzando un carácter verdaderamente dramático".

Desde que los malteses detuvieron el barco español a 14 millas de La Valeta y, con la amenaza de una patrullera, le impidieron acceder al puerto, han pasado cinco días de angustia, durante los cuales los diez hombres de la tripulación y los 51 inmigrantes ha tenido que convivir en menos de 50 metros cuadrados. En todo ese tiempo, las autoridades de Malta no han hecho ninguna concesión a quienes reclamaban un desembarco humanitario.

El último ejemplo de su política inflexible se produjo ayer mismo. A primera hora de la tarde, la embajadora de España, Marta Vilardel, confirmó a EL PAÍS algo que temía el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. Una inmigrante embarazada con fiebre alta y una niña de dos años con gastroenteritis grave acompañada por su madre, que tuvieron que ser trasladadas el martes en helicóptero al hospital de La Valeta, iban a ser devueltas al barco ayer por la tarde, en cuanto mejorase algo su estado.

Hacia media tarde, cuando el Gobierno de Madrid ya se había comprometido a enviar un avión para sacar a los inmigrantes del archipiélago, el Ejecutivo maltés aún se resistía a permitir el desembarco de éstos en tanto no fuera informado de los países a los que iban a ser trasladados, según un portavoz de Asuntos Exteriores.

Dos policías expertos en extranjería que el martes abordaron el Francisco y Catalina con la misión de identificar a los inmigrantes constataron que 45 proceden de Eritrea, cinco son marroquíes y el restante es paquistaní. La repatriación de los marroquíes no presenta, en principio, problema; los acuerdos migratorios entre España y Marruecos deberían facilitar el trámite, en el caso de que formen parte del grupo de 15 que serán trasladados a Madrid. Más difícil de resolver es el caso del paquistaní y aún más el de los 45 eritreos. Éstos últimos manifestaron hace días a los tripulantes del barco que intentaban llegar a Europa huyendo de la guerra que asuela su país. Aunque no solicitaron asilo político en el barco, es probable que decidan pedirlo cuando se les pregunte, como es preceptivo, si desean acogerse a esa figura legal.

Varios de los inmigrantes esperan a bordo del pesquero español <i>Francisco y</i> <i>Catalina,</i> detenido a 24 kilómetros de Malta.
Varios de los inmigrantes esperan a bordo del pesquero español Francisco y Catalina, detenido a 24 kilómetros de Malta.REUTERS

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